El otro claustro: San Pelayo. Obediencia

El primer grado de humildad es la obediencia sin demora. Exactamente la que corresponde a quienes nada conciben más amable que Cristo. […] Este tipo de obediencia sólo será grata a Dios y dulce para los hombres cuando se ejecute lo mandado sin miedo, sin tardanza, sin frialdad, sin murmuración y sin protesta. Porque la obediencia que se tributa a los superiores, al mismo Dios se tributa, como él mismo lo dijo: «El que a vosotros escucha, a mí me escucha». Y los discípulos deben ofrecerla de buen grado, porque «Dios ama al que da con alegría».

(REGLA de san Benito capítulo V: Sobre la obediencia 1-2. 14-16)

Cuando a un hermano le manden alguna vez obedecer en algo penoso para él o imposible, acoja la orden que le dan con toda docilidad y obediencia. Pero, si ve que el peso de lo que le han impuesto excede totalmente la medida de sus fuerzas exponga al superior, con sumisión y oportunamente, las razones de su imposibilidad, excluyendo toda altivez, resistencia u oposición.

(REGLA de san Benito capítulo LXVIII: Si a un hermano le mandan cosas imposibles, 1-3)

El bien de la obediencia no sólo han de prestarlo todos a la persona del abad, sino también han de obedecerse los hermanos unos a otros, seguros de que por este camino de la obediencia llegarán a Dios.

(REGLA de san Benito capítulo LXXI: La obediencia mutua, 1-2)

Obediencia.

La obediencia que nos enseña san Benito exige personas maduras, que obran porque escuchan con responsabilidad. Es una obediencia que cuenta con el diálogo. Obediencia al abad o abadesa, y obediencia mutua entre los Hermanos y Hermanas. Que, en último término y raíz, es obediencia a Dios a través de sus mediaciones. Principio de encarnación hasta el fondo, en las antípodas de todo infantilismo.

Cada vez que M. Abadesa me encomienda algo mi movimiento interior es: “vamos a ver…” Lo reconozco, me ha tenido que “tirar a la piscina” de cada vez… pero, ¡ha resultado bien! Yo lo llamo “el milagro de la obediencia” y no hay persona más libre que la que decide obedecer… Además, hay otro aspecto: siempre nos ayuda a crecer porque los demás suelen ver mejor que nosotros nuestras posibilidades que permanecen ocultas.

La obediencia es confianza, ¿cómo estamos en esto?