Hoy jueves 19 de diciembre, coincidiendo con el aniversario del nacimiento de San Luis Guanela, fundador de los Padres y Hermanas Guanelianas, el Papa Francisco ha concedido una audiencia especial a los peregrinos italianos del Camino de Santiago, solicitada y animada por los Padres y las Hermanas Guanelianas que están desempeñando su actividad pastoral en la Archidiócesis de Santiago de Compostela: en Arca y en Finisterre.
En su discurso, el Papa saludó a Monseñor Francisco Prieto Fernández, Arzobispo de Santiago de Compostela, y a los miembros de la Familia Guanelliana, quienes han estado brindando acogida espiritual a los peregrinos en Galicia durante casi quince años.
El Papa enfatizó el crecimiento significativo del número de peregrinos hacia Santiago en las últimas tres décadas, mencionando las visitas de sus predecesores San Juan Pablo II y Benedicto XVI. Señaló la importancia de la peregrinación cristiana a las Tumbas de los Apóstoles, identificada por los signos del silencio, la lectura del Evangelio y el servicio a los necesitados.
Concluyó animando a los peregrinos en su apostolado de evangelización y cuidado, y recordó el ejemplo de la Sagrada Familia de Nazaret en su peregrinación en Palestina. El Papa bendijo a los presentes y pidió que recen por él con fuerza.
Tras la audiencia, el arzobispo de Santiago, mons. Francisco Prieto Fernández, quien participó en todos los actos de estos dos días, presidió la Eucaristía en el Altar de la Confesión, un símbolo de la Iglesia Católica en el mundo, acompañado de Monseñor Paolo, Arzobispo de Lucca, y P. Umberto, Superior General de los guanelianos, junto con los miembros de la Familia Guanelliana, Padres Siervos de la Caridad, hermanas Hijas de Santa María de la Providencia, seminaristas, voluntarios guanelianos…
Durante la homilía, Mons. Prieto recordó las palabras del Papa San Pablo VI, destacando la importancia espiritual del sepulcro de San Pedro y trazando un paralelismo con la Catedral de Santiago de Compostela, que guarda los restos del Apóstol Santiago, así como el simbolismo del encuentro de los dos Apóstoles en este evento y la invitación de la Eucaristía a vivir con gozo y esperanza.
El prelado compostelano también resaltó la importancia de la Palabra de Dios y el espíritu de servicio, mencionando la vida ejemplar de San Luigi Guanella. Llamó a los fieles a vivir el Adviento con alegría y a prepararse para el Jubileo que comenzará el próximo 24 de diciembre.
Mons. Prieto enfatizó que la vida del creyente es una constante peregrinación, necesitando apoyo y comunidad. Destacó el papel de la Iglesia como guía y compañera en este camino hacia la salvación, y la necesidad de una conversión auténtica y profunda.
Finalmente, recordó la misión de ser testigos de Cristo, como el primer peregrino, y animó a los presentes a caminar en esperanza y a sembrar el bien en la humanidad, con la intercesión de la Virgen María y los Apóstoles Pedro y Santiago.
DISCURSO DEL SANTO PADRE FRANCISCO A LOS PEREGRINOS ITALIANOS DEL CAMINO DE SANTIAGO ORGANIZADO POR LA OBRA DON GUANELLA
Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!
Tengo el placer de dar la bienvenida, junto a la Tumba de Pedro, a ustedes, peregrinos italianos del Camino de Santiago. ¡Veo que son muy numerosos, gracias! ¡Bienvenidos!
Saludo a Monseñor Francisco Prieto Fernández, Arzobispo de Santiago de Compostela. Saludo al Superior General de los Padres Guanellianos y a los miembros de la Familia Guanelliana, que desde hace casi quince años trabajan en esa Iglesia de Galicia, tanto en Santiago como en Finisterre, para brindar acogida espiritual a los peregrinos. Y ustedes, peregrinos, son una prueba viviente de su compromiso apostólico. También saludo a la Cofradía de San Jacobo de Perugia, presente aquí con su asistente espiritual, Monseñor Paolo Giulietti, Arzobispo de Lucca; ellos también están comprometidos en este servicio de evangelización.
Es interesante ver cómo ha crecido el número de peregrinos hacia Santiago en estos últimos treinta años. Y entre ellos también estuvieron mis predecesores San Juan Pablo II y Benedicto XVI, quienes quisieron visitar ese Santuario, sobre todo por su gran relevancia en la historia cristiana de Europa.
Este crecimiento numérico es un dato muy positivo, y al mismo tiempo plantea una pregunta seria: las personas que hacen el Camino de Santiago, ¿realizan una verdadera peregrinación? Esta es la pregunta que debemos responder. ¿O se trata de otra cosa? Obviamente, hay diversas experiencias, pero la pregunta nos hace reflexionar.
La peregrinación cristiana a las Tumbas de los Apóstoles se puede reconocer por tres signos. El primero es el silencio. El camino vivido en silencio permite escuchar, escuchar con el corazón, y así encontrar, mientras se camina y a través del esfuerzo, las respuestas que el corazón busca, porque el corazón hace preguntas. De hecho, Dios habla en el silencio, como una brisa ligera: recordemos la historia de Elías (cf. 1 Re 19,9-13).
En segundo lugar, el Evangelio: llevar siempre el Evangelio en el bolsillo. Esto se los recomiendo, compren uno pequeño, de bolsillo, y llévenlo consigo, y todos los días lean algo; ábranlo así y lean. Es una hermosa forma de orar. Un Evangelio de bolsillo no cuesta nada, pero si alguien no puede pagarlo, lo pago yo, ¡pídanmelo a mí! Es importante llevar el Evangelio en el bolsillo. La peregrinación se hace releyendo el camino que hizo Jesús, hasta el don extremo de Sí mismo. El camino es tanto más verdadero, tanto más cristiano, cuanto más lleva a salir de uno mismo y a darse gratuitamente, en el servicio al prójimo. Y esto lo hace el Espíritu Santo cuando leemos el Evangelio todos los días. Porque sucede algo, se los explico. Podemos leer una novela, bonita, que quizás nos haga bien; podemos leer las noticias de cada día, algunas nos hacen llorar, pero podemos leer. Pero cuando se lee el Evangelio, hay Alguien al lado de nosotros. Cuando leemos las noticias, no, pero cuando leemos el Evangelio, hay Alguien al lado de nosotros. Es el Espíritu Santo. Él es quien nos hace comprender bien lo que dice el Evangelio. Y lo hace Él, el Espíritu Santo.
El tercer elemento de la peregrinación es lo que llamo el “protocolo Mateo 25”: «Lo que hicieron a uno solo de estos mis hermanos más pequeños, a mí me lo hicieron» (Mt 25,40). Silencio, Evangelio y hacer el bien a las personas más pequeñas, las personas más desfavorecidas. Siempre hacer el bien. A lo largo del camino, estar atentos a los demás, especialmente a quienes tienen más dificultades, quienes han caído, quienes necesitan… San Luis Guanella decía que el propósito de la vida de quien cree es asegurarse de que nadie quede atrás.
Queridos amigos del Camino de Santiago, los animo en este apostolado de evangelización y cuidado. Los antiguos peregrinos nos enseñan que de las peregrinaciones cristianas se vuelve como apóstoles. Yo hago la peregrinación y vuelvo como un apóstol para anunciar a Jesús.
La Sagrada Familia de Nazaret, peregrina en tierra de Palestina, sea nuestro ejemplo en este tiempo de espera. ¡Gracias por venir! Me gusta mucho y les agradezco mucho, esto se los digo de corazón. Los bendigo y rezo por ustedes. Y también ustedes, por favor, recen por mí. ¿Entendido? Pero recen con fuerza, ¡recen!