El párroco de Algete llama a los sacerdotes de Galicia a desprenderse de sus inercias y a renovar su mentalidad pastoral

José María Sánchez de Lamadrid, párroco de Santo Domingo de Algete (Diócesis de Alcalá de Henares), pronunció  dos ponencias el segundo día de las Jornadas de Formación Permanente del Clero de Galicia, que se desarrollaron en el Monasterio de Poio (Pontevedra).

En su primera ponencia D. José María expuso el proyecto que le está permitiendo renovar su parroquia, pasando de una pastoral de conservación a una pastoral evangelizadora. Durante dos años se reunió semanalmente con un grupo de laicos para reflexionar sobre la situación de la parroquia y para preguntarle a Dios qué esperaba de ellos. Pedían a Dios que les iluminara para ver hacia dónde quería llevar la parroquia. Consiguieron así diseñar una “visión” de futuro: una meta o fin a dónde deseaban llegar. Vieron que querían, sobre todo, edificar una comunidad cristiana de discípulos misioneros, en la que Cristo tuviera la primacía.

En su segunda intervención,  profundizó en el tema de la conversión pastoral, que ha de empezar por la propia conversión personal, Subrayó que, si no había una  decisión personal de seguir a Cristo, no puede hacerse nada.

También hubo una interesantísima mesa redonda sobre “La influencia de la Pastores dabo vobis en los Presbiterios diocesanos, en los Seminarios y en el propio proceso de formación”. Intervinieron: Antonio Rodríguez Basanta, delegado episcopal para el Clero de Mondoñedo-Ferrol; Carlos Álvarez Varela, rector del Seminario Mayor de Santiago; y José Ángel Feijóo Miron, rector del Seminario Mayor de Ourense.

José María Sánchez de Lamadrid es juez eclesiástico en la Diócesis de Alcalá de Henares y, desde septiembre de 2007, párroco en la parroquia de Santo Domingo en Algete, en una urbanización con unos 15.000 habitantes a unos 30 kilómetros de Madrid. Cuando José María llegó a la parroquia comprobó que unas 1.500 personas pasaban por las misas parroquiales cada semana, había bastante vida sacramental y las familias llevaban a los niños a catequesis. En teoría, muchos párrocos en España estarían encantados ante este panorama.

Sin embargo, no había sentimiento de comunidad. Como en tantos otros lugares, los niños dejaban de ir a la iglesia tras la Primera Comunión, para desánimo de los catequistas. A las charlas de formación del nuevo párroco acudían pocas personas, siempre las mismas. Eran las mismas que participaban en otras actividades.

En general, los feligreses eran meros consumidores de Sacramentos, y por esa mentalidad de consumidores eran exigentes a la hora de pedir horarios, disponibilidades para sus bodas, comuniones, etc…  La parroquia tenía aún gente, porque la población de la zona incluía muchas familias jóvenes, pero siendo realistas, el 90% de los habitantes de la zona no se acercaban a la iglesia. Había que hacer algo.

José María encontró inspiración en el documento de Aparecida del episcopado latinoamericano: “Hay que abandonar las estructuras caducas que no evangelizan”. También le interpelaron unas palabras de Benedicto XVI: “Debemos vencer la tentación de limitarnos a lo que ya tenemos o creemos tener: sería una muerte anunciada”. Tomó entonces la determinación de renovar la pastoral de su parroquia y empezó a dar pasos para conseguirlo. Una de sus decisiones más valientes fue parar la catequesis de infancia durante un año. Además, buscó nuevos métodos de evangelización más adaptados a la mentalidad actual y formó un Consejo Parroquial de Evangelización. Las invitaciones del Papa Francisco a avanzar en la conversión pastoral y misionera de la Iglesia le confirmaron en su camino.

En pocos años, la Parroquia de Sto. Domingo de Algete se ha convertido en modelo de renovación pastoral y cuenta con varios centenares de laicos comprometidos.

 

Fuente: Delegación para el Clero de Santiago de Compostela
Foto: parroquiasantodomingo.org