La procesión de la medianoche del Jueves al Viernes Santo, que se recoge de madrugada, tiene algo especial dentro de los actos de la Semana Santa de Santiago. Impresiona. La pasión con la que la viven sus cofrades, los momentos de silencio sobrecogedor, cuando se callan los tambores, solo roto por el golpeo de las puntas metálicas de los bastones contra la piedra y el arrastre de las cadenas engrilladas a los tobillos descalzos, los nazarenos con las grandes cruces a cuestas… La procesión de Noso Pai Xesús Flaxelado, la que siempre sale así caigan chuzos de punta, volvió a realizar su largo recorrido por las calles del casco monumental después de dos años de recogimiento forzoso, obligado por la pandemia, en la iglesia de Santo Agostiño.
Una multitud esperaba ya el paso de la procesión desde mucho antes de que saliese del templo ubicado junto a la Praza de Abastos, a las once y media de la noche, abarrotando todo el itinerario y haciendo difícil el tránsito peatonal ajeno a la procesión en numerosos puntos, en especial en la Azabachería, San Paio, la Algalia de Arriba o el Preguntoiro. El buen tiempo y el abarrote turístico del centro monumental contribuyó a que la procesión desbordase espectadores a su paso, pero también llevó una larga cola de devotos y cofrades siguiendo el lento trayecto del paso, a hombros de los costaleros, presidido por la imagen del cristo flagelado. Llevó mucha cera, como suele decirse.
Fundada en 1953, el origen de la Cofradía de Noso Pai Xesús Flaxelado se remonta a la congregación mariana de San Luís Gonzaga de la iglesia de Santo Agostiño, asociación que agrupaba a jóvenes universitarios. El núcleo fundador estaba formado por 26 cofrades, y en la actualidad son unos 350, que mantienen viva una tradición que pasa de padres a hijos. La imagen fue tallada por Diego de Sande en el primer tercio del siglo XVIII. La sobriedad propia del carácter penitencial de la procesión se refleja en el hábito negro de los nazarenos, con caperuza, puños y cíngulo azul celeste, indumentaria que solo se altera en la de los costaleros, con sus hábitos blancos, con caperuza roja.
Fuente: La Voz de Galicia