III Jueves de Adviento

Monición

El tiempo pasa y se acerca la Nochebuena. La inmediatez del acontecimiento se describe poéticamente con imágenes bellísimas del bosque frondoso y de los campos florecidos.

Las profecías envueltas en figuras vegetales pasan a la relación enamorada, y el encuentro de Dios con nosotros se representa como la relación de amado con amada, entre aromas y flores.

La viña, el olivo y la higuera, dejan paso a las flores de la vega, al arrullo de la tórtola, al cántico del poema.

Texto bíblico

“¡Levántate, amada mía, hermosa mía, ven a mí! Porque ha pasado el invierno, las lluvias han cesado y se han ido, brotan flores en la vega, llega el tiempo de la poda, el arrullo de la tórtola se deja oír en los campos; apuntan los frutos en la higuera, la viña en flor difunde perfume. ¡Levántate, amada mía, hermosa mía, ven a mí!”

Texto místico

“De flores y esmeraldas,/ en las frescas mañanas escogidas,/ haremos las guirnaldas/ en tu amor florecidas/ y en un cabello mío entretejidas” (San Juan de la Cruz, Cántico Espiritual 30).

Texto pontificio

De ese modo, las criaturas de este mundo ya no se nos presentan como una rea­lidad meramente natural, porque el Resucitado las envuelve misteriosamente y las orienta a un destino de plenitud. Las mismas flores del cam­po y las aves que él contempló admirado con sus ojos humanos, ahora están llenas de su presencia luminosa. (Francisco, LS 100)

Flores

Habrá en la tierra abundancia de trigo,/ en la cima de los montes ondeará/ como el Líbano al despertar sus frutos y sus flores,/ como la hierba de la tierra (Sal 72, 16).

Canta el poeta: “De la más fragante Rosa/nació la Abeja más bella,/a quien el limpio rocío/ dio purísima materia” (San Juan de la Cruz).

¿Cuál será tu ofenda de suave aroma ante el Niño de Belén?

Ángel Moreno Buenafuente