Intervención de Mons. Barrio en la Cope: 16 de febrero de 2018

 

Recién iniciada la Cuaresma, alguien podría preguntarse si tienen sentido en estos tiempos esas tres realidades que definen este tiempo litúrgico: el ayuno, la limosna y la oración. La cuestión, de hecho, no es nueva. Aunque la lectura del Evangelio de este domingo, extraída de San Marcos, es parca en detalles, sabemos que el pasaje de las tentaciones de Cristo en el desierto es, en el fondo, el intento del Maligno por desvirtuar y minusvalorar la actuación de Jesús. Como si el Tentador dijese: ¿qué sentido tiene tu oración, tu ayuno y tu servicio a los demás, si siendo Tú el Mesías podrías vivir cómodamente, sin sobresaltos ni sorpresas desagradables?

Idéntica tentación para fortalecer nuestro conformismo, nuestro estar instalados en la rutina, sin que nada nos perturbe, es la que se nos plantea cuando alguien nos cuestiona por esas armas fuertes del ayuno, la limosna y la oración. Y el ejemplo de Jesús es del todo confortador. No solo no rechaza la insinuación, sino que actúa con lo que ahora llamamos actitud propositiva: haciendo el bien, situando en su justa dimensión a lo meramente material y fijando el centro del quehacer en el seguir la voluntad del Padre.

Ayuno, limosna y oración son el mejor antídoto para huir de nuestra autosuficiencia, para alejarnos del ensoberbecimiento y una tendencia egoísta. En mi Carta para la Cuaresma escribía que “la oración, según la reflexión del Papa, “hace que nuestro corazón descubra las mentiras secretas con los cuales nos engañamos a nosotros mismos, para buscar finalmente el consuelo en Dios”. Que “el ayuno “debilita nuestra violencia, nos desarma, y constituye una importante ocasión para crecer”. Y que “la limosna que ha de ser un estilo de vida, “nos libera de la avidez y nos ayuda a descubrir que el otro es mi hermano: nunca lo que tengo es sólo mío”.

Y como Dios no se cansa de esperar, y nos sigue llamando a cada uno por nuestro nombre, esta Cuaresma sigue siendo una buena ocasión para privarnos de lo que nos gusta, para rezar por quien nos ofende y para dar al que no tiene. Ojalá que la aprovechemos.