La capilla de san Benito: de Vioño a Paradela, en Sofán

Una de las parroquias que tiene un gran número de capillas en su territorio es la de Santa María de Rus, ya que, junto a su magnífica iglesia, se pueden numerar cuatro ermitas. Sin embargo, en el pasado, Sofán nada le envidiaba. Así enumera sus cinco capillas un documento de 1749, en la serie capellanías del fondo general del Archivo Histórico Diocesano de Santiago: «La del glorioso san Benito, sita en el lugar da Hermida de dicha feligresía y la del glorioso san Pedro sita en el lugar de Calvelo y la de la gloriosa santa Marta sita en los términos de esta feligresía y la de Aldemunde, y la del glorioso san Adriano sita en el lugar da Piña (…) que tan solamente la devoción de los feligreses que por conservar dichas capillas lo hacen de su devoción (…) y lugar dos Carrís, de ella se hallan las paredes de una capilla intitulada de santa Isabel (…) fundada por Teresa de Andeiro».

De todas ellas, solo queda en pie la de san Benito y la de san Adrián, muy concurrida esta última en las romerías del 16 de junio y el 16 de julio, en honor al santo mártir y a la Virgen del Carmen, respectivamente. En la visita pastoral de 1611 aparecen recogidas la de san Pedro, san Benito y santa Marta, denotando la gran antigüedad de sus recintos. Sin embargo, la de A Piña aparecerá consignada a partir del siglo XVIII, y en el XIX la tendrá doble patronazgo entre san Adrián y Nuestra Señora del Carmen. La visita pastoral de 1791 explica el culto que existía: «Se dice misa una vez al año (…) estaban mandadas demoler por auto de visitas anteriores. También se halla la capilla de san Adrián en el sitio nombrado de la Piña, términos de esta parroquia en la que se dice Misa todos los días festivos».

En 1817, la capilla de san Benito estaba muy deteriorada, existía solo un cajón con la efigie del santo abad; en un inventario de 1860 se indica que no había alhaja alguna. El 5 de diciembre de ese año, el párroco, José Benito Rodríguez Puñal, escribía una carta a la curia diocesana manifestando, por un lado, la inminente ruina y el posible cambio de ubicación de la talla de san Benito, por otro, la idea de hacer una traslación de todo el conjunto: «Hallándose en esta parroquia una capilla advocación de san Benito casi del todo arruinada, manifestaron a los vecinos que de no repararla me veía precisado a retirar el santo para la iglesia parroquial (…) creí trasladarla a otro que además de ser central a una gran parte de la parroquia». El lugar escogido fue la aldea de Paradela, donde existía un cruceiro, y donde había un devoto dispuesto —Andrés Vázquez— a donar una finca para la elevación de la capilla.

Hoy está totalmente restaurada, luego de una intervención importante en 1986. Se intuye fácilmente que la sacristía fue añadida con posterioridad, ya que quedó en su interior un peto para recoger limosnas al santo desde el exterior. En cuanto a las imágenes, podemos ver a simple vista que a esta capilla pasaron las tallas de las otras: vemos una santa Marta de piedra, donde se aprecian las reminiscencias del gótico; otra santa Marta, que vendría a sustituirla y que fue realizada por José Rivas. A este escultor compostelano se le compró la imagen de san Pedro, ataviado como pontífice, seguramente para poder retirar otra talla más antigua. Como la capilla de santa Marta estaba en los límites de Sofán y Aldemunde, en esta última parroquia existe otra imagen de la santa hecha por Rivas en 1929. La imagen del patrono, san Benito, aparte de ser de un tamaño poco considerable, es muy tosca y desproporcionada; guarda cierto parecido con un san Antonio de Padua de la capilla de A Piña. De igual modo, está en Paradela la imagen de la Virgen de la Estrella, muy del estilo de Bernardino López Quintáns; dos imágenes de la Virgen del Carmen (una de la casa Olot, como la Virgen de Fátima, y otra de madera traída de Portugal como donativo en 1998), un san Antonio abad (1996) y un san Paio mártir, copia exacta del que existe sobre la puerta de la iglesia de Antealtares (Santiago), que fue restaurado en 1997 por Jesús Eirís García.

 

Luis Bermúdez. Artículo publicado en La Voz de Galicia