La entretela: Adelantar los planes

El Papa ha regresado de la JMJ con las pilas recargadas y con mensajes muy potentes, que se pueden centrar en estos puntos.

En el Ángelus de 20 de agosto el Papa presentando a Cristo como una persona llena de amor derramado al ser humano. Tan fuerte es el amor de Cristo por cada persona que frente a la oración Él está dispuesto a cambiar sus propios planes. Destaca el Papa del Evangelio del 20 de agosto, en que se relata como se acerca a él una mujer cananea para suplicarle la salud de su hija enferma, que Jesús “No permanece rígido en sus propias posiciones, sino que se deja mover y conmover; sabe cambiar sus esquemas… el amor es creativo y nosotros cristianos, si queremos imitar a Cristo, estamos invitados a la disponibilidad del cambio”.

También es potente el mensaje del Papa ante una delegación de abogados miembros de los países del Consejo de Europa que firmaron la declaración de Viena de 11 de junio de 2022. No sólo hay que pedir, en ocasiones toca actuar. El Papa recuerda que vale la pena hacer una buena defensa del Estado de Derecho para que no se proceda a realizar ningún tipo de excepción “ni siquiera en tiempos de crisis”, porque “el Estado de derecho está al servicio de la persona humana y a la tutela de su dignidad, lo cual no admite ninguna excepción”. Esta idea es tan potente que insiste “el fundamento de la dignidad de la persona humana reside en su origen trascendente, que impide en consecuencia, cualquier tipo de violación, y tal trascendencia exige que, en cada actividad humana sea el centro y no se encuentre al vaivén de las modas o de los poderes del momento”. Y tomando palabras de la Evangelii gaudium advierte de los abusos a los que se puede llegar de no defender este estado de derecho.

También el Papa ha insistido en la importancia del trabajo de los expertos en derecho para defender el derecho de secreto profesional o, para potenciar una regulación normativa que proteja el medio ambiente, o como el Papa prefiere expresar elaboración de normas que protejan la casa común.

En conclusión, conviene no perder de vista, que la oración permite adelantar los planes de Dios que nos ama siempre y que cada uno como individuo o como comunidad puede, como cristiano, no sólo rezar con total confianza aunque parezca fuera de lugar, sino colaborar para facilitar el bien común a partir de su propia identidad profesional o ciudadana.

María Puy