La experiencia del Peregrinaje de Lourdes por Mark y Cath McCarthy

Mi mujer Cath y yo hemos estado yendo a Lourdes en el Peregrinaje Diocesano anual de Liverpool desde los 80. Originalmente, empezábamos nuestro viaje en la estación de ferrocarril de Lime Street, Liverpool, un viaje que duraba 24 horas e involucraba dos trenes y un ferry. En Lime Street había mucha anticipación y entusiasmo. Para los muchos peregrinos habituales, había emoción al principio de su “dosis” anual de Lourdes; para los principiantes, era una jornada hacia la desconocida pero deseada visita al lugar especial de Nuestra Señora; para los peregrinos que estaban seriamente enfermos era un viaje de curación y reconciliación con su Dios; ocasionalmente para algunos sería su último viaje, y estos estaban increíblemente determinados a soportar el arduo camino para poder pasar sus últimos momentos en compañía de Nuestra Señora en la gruta. Había muchos gritos de ánimo y saludos mientras el tren arrancaba, e incluso el ocasional peregrino que en el último segundo saltaba en tren en un repentino, impulsivo deseo de unirse al peregrinaje. A estos impulsivos peregrinos de último minuto se les apoyaba siempre con préstamos de dinero y ropa para que pudiesen aguantar la semana en Lourdes.

Con los años, el viaje aéreo a Lourdes ha reemplazado al tren como una opción mucho menos costosa y ardua. Sin embargo, incluso este más corto viaje provee una experiencia social única. Ya que aquellos peregrinos que necesitan más ayuda siguen viajando por tierra en las geniales “Jumbulances”. Ya que para los peregrinos, ayudantes y ayudados, con la suerte de viajar en las Jumbulances, la risa, oración y té compartidos en el viaje son una vez más lo mejor de su peregrinaje.

Lourdes es un lugar impresionante de por sí. Da una vuelta completa a lo que es habitual en nuestra cultura, priorizando a aquellos con minusvalías físicas o mentales por encima del resto de la sociedad. Para muchos de estos peregrinos discapacitados, es un escape y una aventura lejos de sus desafíos del día a día. Pero para todos los peregrinos, es la calma y belleza de la gruta que provee  las aguas tranquilas junto a las que tumbarse, ya que es en la gruta donde el cielo tocó la tierra y donde aún toca a aquellos que viajan allí con un corazón abierto.

Tras muchos años de reflexión, he aprendido lentamente que el viaje y el esfuerzo involucrados en el peregrinaje son el corazón del mismo. Ya que es durante los obstáculos del viaje que creamos lazos con nuestros compañeros peregrinos. Similarmente, experimentando este Año Santo podemos permitir que los obstáculos de la pandemia nos ahoguen o podemos utilizarnos para acercarnos más a Dios.

Durante muchos años tuve una visión infantil de mis viajes, considerándolos una forma de reunir tesoros en el cielo o expiar mis pecados. Sólo recientemente me he percatado de que la peregrinación no es algo que hacemos para complacer a Dios, sino que es algo que Dios hace por nosotros. La peregrinación está ahí para construirnos y renovarnos. A través de las dificultades y desafíos de viajar a un lugar sagrado, Dios nos mejora y nos une a nuestros compañeros peregrinos. El Adviento es el momento de viajar al momento en el que el cielo toca la tierra en Navidad. Para mí, este es el propósito del Año Santo.

Sobre Mark y Cath

Mark y Catherine llevan yendo anualmente a Lourdes en el peregrinaje de Liverpool desde finales de los 80. Se casaron en 2007 y siguen compartiendo su amor por Lourdes, el peregrinaje y su bobtail, Ambrose. En 2014 Mark también caminó los 800km del Camino de Santiago, y desde entonces ha publicado múltiples guías sobre él. En 2016, Mark consiguió por fin persuadir a Catherine para que se uniese a él en el Camino y ahora ella también es una experimentada peregrina. Catherine es actualmente la presidenta de la Hospitalité Liverpool de Lourdes (una asociación de ayudantes). En sus empleos normales, Catherine enseña Educación Religiosa y Mark enseña Matemáticas.