La iglesia de A Agualada: de templo parroquial a santuario

La antigua iglesia de A Agualada se encontraba en las cercanías del actual cementerio. Debido a su lejanía y al avanzado estado de deterioro se decidió trasladarla a principios del siglo XX, por iniciativa tanto del párroco como de los feligreses.

La iglesia de San Lorenzo de Agualada es uno de los centros de peregrinación de la comarca de Bergantiños, donde el primer domingo de cada mes y en especial cada trece de junio cientos de devotos acuden a este santuario para venerar a san Antonio de Padua. Antón Fraguas en su libro Romarías e Santuarios habla de cómo el traslado de la antigua iglesia desde el cementerio hasta el actual emplazamiento favoreció la afluencia de fieles a la romería de este santo: pasó de una fiesta a nivel parroquial a ser una fecha destacada en el calendario religioso de la comarca.

El templo parroquial que hoy vemos fue levantado entre 1907 y 1910, siendo párroco Ramón Aboy Fojo (Cuntis, 1869-1942), encargado de Agualada desde el 10 de agosto de 1899. Tres años antes de su toma de posesión, en 1896, tuvo lugar una visita pastoral donde se informa del deterioro de la antigua iglesia, apuntalada y reforzada para evitar su derrumbe.

Ante el mal estado de su arquitectura y de su mobiliario, así como la situación excéntrica en la que se encontraba, el párroco y los feligreses decidieron trasladarla a un lugar más cómodo y cercano al núcleo de población, ocupando las cercanías del campo donde se celebraba mensualmente la feria y donde ya existía una capilla bajo el patronazgo de san Mateo.

De esta ermita hay noticias desde principios del XVII; posteriormente entre el siglo XVIII y XIX sabemos que estuvo puntualmente dedicada a san Sebastián. Así informa la inspección pastoral del año 1817: «Visitó el arcipreste la capilla o ermita sita en el campo donde se celebra la feria, su advocación de San Sebastián y la halló muy indecente, el techo arruinado, el retablo carcomido y podrido […] las imágenes ridículas […] su pórtico o tinglado abierto sirviendo de albergue a los ganados y gentes de malvivir».

En 1742, por ejemplo, estuvo de encargado de la capellanía de san Sebastián el clérigo Baltasar de Villanueva, natural de la parroquia de Entrecruces y ordenado presbítero en 1735. Antiguamente era habitual la construcción de capillas u oratorios cerca de los lugares donde se celebraban ferias. La causa de esto era la preocupación de la Iglesia de que todos los asistentes al mercado participaran de la misa en los días festivos, evitando de esta forma incurrir en pecado mortal.

Concesión real en Rus

Así, por citar un caso curioso, en 1778, el rey Carlos III concedió a la parroquia de Santa María de Rus (Carballo) celebrar una feria cada segundo domingo de mes en el lugar da Braña, ante tal hecho el párroco suplicó en 1782 construir en sus cercanías una capilla dedicada a san Eleuterio (bendecida en 1785) para poder celebrar en ella misa en ese día y ofrecer la atención espiritual que fuese necesaria.

Regresando a la construcción de la iglesia de Agualada, se planteó una sencilla arquitectura con una planta en forma de cruz latina, colocando en cada capilla lateral sendos retablos procedentes de la iglesia antigua, que se pueden enmarcar aproximadamente en la década de los años cuarenta-cincuenta del siglo XVIII.

En la capilla izquierda fue colocada la imagen de san Mateo, titular de la antigua ermita, mientras que el altar derecho está presidido por la efigie de san Antonio de Padua. Esta talla se encuentra recogida por los inventarios de 1791 y 1817 junto con las imágenes de la Virgen del Rosario y san Lorenzo.

La imagen del patrono de la iglesia puede ser original del siglo XVIII junto con la talla de la Inmaculada Concepción, mientras que las otras imágenes del santoral (san Roque, Virgen de Fátima, Sagrado Corazón de Jesús y la Virgen del Rosario) unas fueron renovadas y otras adquiridas a lo largo del pasado siglo. La capilla mayor está presidida por un retablo posiblemente realizado a propósito para la nueva iglesia y que imita las formas propias del neoclasicismo. Del retablo mayor de la anterior iglesia tenemos la noticia que estaba muy deteriorado y carcomido antes del abandono del templo antiguo, así como de la necesidad de renovar varias imágenes «ridículas e indecentes» que estaban colocadas en él.

La iglesia fue cubierta con bóveda de cañón excepto en el crucero, es decir la parte central donde convergen las naves, que fue rematado con bóveda de crucería.

Fuente: La Voz de Galicia