- La Archidiócesis quiere contribuir a la dinamización económica y el mantenimiento del empleo, tratando de mantener su compromiso de rehabilitación de espacios religiosos
La Iglesia en Santiago de Compostela, pese a la caída radical de aportaciones de los fieles en las habituales colectas de las Eucaristías, ya que no hay celebraciones comunitarias en los templos, por la alarma sanitaria y la imposición del estado de alerta por el Gobierno, sigue manteniendo sus aportaciones a Cáritas, las Cocinas Económicas de A Coruña y Santiago, el comedor de los Franciscanos en Pontevedra y la residencia Padre Rubinos, de A Coruña. De acuerdo con los datos facilitados por el ecónomo diocesano, Fernando Barros Fornos, la cifra que la Iglesia dedica a las tareas que atienden estas instituciones alcanza los 150.000 euros:
Cáritas Diocesana: 90.000 euros
Cocina económica A Coruña: 20.000 euros
Cocina económica Santiago: 20.000 euros
Comedor Franciscano de Pontevedra: 10.000 euros
Residencia Padre Rubinos de A Coruña: 10.000 euros
TOTAL: 150.000 euros
El ecónomo diocesano ve “una parte positiva en todo esto, como es el tratar de implicar a los feligreses en lo que ya han comenzado a trabajar algunas parroquias: suscripciones anuales fijas que pueden ayudar a afrontar mejor momentos de dificultad como el actual”. El problema, para Fernando Barros, sigue siendo “el de aquellas parroquias que solo tienen capacidad de recibir ingresos a través del cepillo”. El reto es que la feligresía asuma como algo propio el mantenimiento y sostenimiento de su iglesia diocesana, en un contexto complicado económicamente, ya que se vislumbra una crisis productiva y de empleo.
Contribuir a la dinamización económica y solidaridad sacerdotal
Por eso, igualmente, la iglesia diocesana de Santiago pretende contribuir en la medida de sus posibilidades a la dinamización económica y al mantenimiento del empleo. De ahí, la intención de mantener su compromiso de rehabilitación en espacios religiosos o en algunas parroquias, para contribuir a la dinamización de la actividad económica y favorecer así el mantenimiento del empleo en las empresas que se hacen cargo de las obras, de acuerdo al presupuesto inicial de la Archidiócesis.
A todo ello hay que sumar la iniciativa de los sacerdotes de realizar una aportación a Cáritas para atender las necesidades surgidas por la situación de las personas vulnerables a raíz de la pandemia del COVID 19. Una propuesta compartida por toda la Provincia Eclesiástica de Santiago, a cerca de la cual monseñor Julián Barrio señaló en una carta el modo de hacerlo, indicando que cada sacerdote y diácono podría aportar lo que estimase conveniente según sus posibilidades.