Como ocurriera con la crisis del 2008, la pandemia también está dejando mucha pobreza. Ahora hay el colchón de los ERTE y el sector del ladrillo vive tiempos de bonanza, pero, tras casi un año de cierres, la economía se resiente y muchos negocios y puestos de trabajo están quedando por el camino. Resurgen los llamados pobres vergonzantes, esas personas que tenían trabajo y un nivel de vida óptimo y, de pronto, se ven sin su fuente de ingresos. Ocurre, mayoritariamente, en el ámbito de la hostelería, donde además de los expedientes de regulación de empleo hay una gran temporalidad en los contratos, y una comarca turística como O Salnés lo sufre en mayor medida.
Así lo constatan desde organizaciones como Cruz Roja, la Fundación Amigos de Galicia y Cáritas Interparroquial de Arousa, adonde en el último año, especialmente después del verano, están acudiendo personas en busca de ayuda que nunca lo habían hecho antes. Suelen ser jóvenes con hijos que no cuentan con apoyo familiar a la hora de hacer frente al pago del alquiler o de llenar la despensa. Estas organizaciones sin ánimo de lucro siempre están para echar una mano, bien a la hora de abonar la mensualidad del piso, las facturas del agua y la luz o para hacer una compra en el supermercado.
Se busca ayuda económica y se busca una colocación laboral. En el servicio de empleo que ofrece Cruz Roja para mujeres nunca tuvieron tanta demanda y un panorama similar se da en el servicio de orientación laboral de Amigos de Galicia. Solo en enero, en Pontevedra han atendido 240 consultas, consiguiendo la inserción de 35 personas. En toda Galicia se prestaron 762 atenciones con el resultado de 89 personas contratadas
Durante el estado de alarma, la fundación continuó ofreciendo el servicio de orientación laboral gratuito a través de llamadas y correos electrónicos hasta que el 1 de julio se retomó la actividad presencial con cita previa, en la oficina situada en avenida de Matosinhos. A mayores, los interesados pueden acceder a los formularios de solicitud de empleo a través de Internet.
En la pandemia sigue funcionando, también, el comedor social de Cáritas de Vilagarcía, donde comen a diario una media de 35 personas, en turnos y guardando las distancias, entre otras medidas de seguridad anticovid-19. Suelen ser usuarios habituales y, en contra de lo cabría imaginar debido a las restricciones a la movilidad, siguen llegando un par de transeúntes al día, aunque estos lo tienen complicado para pernoctar porque el albergue de Cruz Roja de la ciudad está al completo. Una de las vertientes en las que Cruz Roja se está volcando en esta crisis sanitaria es la referida a las nuevas tecnologías, cuyo uso se hace cada vez más necesario y no todo el mundo tiene acceso a ellas.
En este contexto se están distribuyendo tabletas digitales para facilitar la escolarización virtual de los menores y se organizan sesiones de formación online, que muchas veces contribuyen a combatir la demoledora soledad que están sufriendo muchas personas mayores en estos tiempos de restricciones.
Fuente: Bea Costa | La Voz de Galicia