“La unción es un don de Dios para realizar una misión”

  • La Catedral acogió la solemne ceremonia en la que se renuevan las promesas sacerdotales y se consagran el Santo Crisma y los Santos Óleos

Con la presencia del arzobispo electo de Santiago de Compostela mons. Francisco José Prieto Fernández, el arzobispo emérito de Tánger mons. Santiago Agrelo, miembros del cabildo, sacerdotes venidos de toda la Diócesis, miembros de vida consagrada, seminaristas y numerosos fieles, mons. Julián Barrio, administrador apostólico de la Diócesis, quien hasta el sábado estuvo al frente de la Diócesis compostelana durante casi treinta años como arzobispo, celebró en la Catedral la Misa Crismal. Una celebración emotiva en la que el Pastor, arropado por su clero, escuchó de ellos la renovación de sus promesas sacerdotales.

“Cantaremos eternamente tú Misericordia”. Con estas palabras expresó el sentido de la celebración de la Misa Crismal, durante la que se bendijeron los óleos que durante todo el año se usarán en las parroquias para administrar los sacramentos del Bautismo, Confirmación y Unción de los enfermos, con el fin de “conferir el Espíritu Santo, guía de la Iglesia”.

Se dirigió de manera especial todos aquellos que desarrollan un servicio sacerdotal a los que recordó que “el Espíritu Santo que se nos da en Cristo, es el que mantiene e el mensaje de alegría, perdón y servicio”.

Mons. Barrio subrayó de manera particular en la “necesidad de mantener la unidad y la comunión”. Ambas dimensiones deben salir “de y para toda la persona y todas las personas”.

Profundizó en la imagen del lavatorio de pies para enfatizar que “es el propio Cristo quien nos limpia los pies de la suciedad de la tierra” por lo que debían mantenerse “vigilantes y contemplativos” y “siempre renovados y alimentados en el amor, en la verdad. Terminó su homilía invocando a “María como madre e intercesora” y pidiendo su protección.

Previamente a esta celebración, los sacerdotes de la Diócesis participaron en un retiro, que en esta ocasión fue dirigido por el delegado diocesano del Clero Victor Naveira, en el que reflexionaron sobre el capítulo 21 de San Juan.