Mensaje del papa Francisco a los participantes en el Congreso de Laicos al que asisten el obispo auxiliar y representantes de nuestra Archidiócesis

El papa Francisco ha dirigido una carta a los participantes del Congreso de Laicos que este viernes se inicia en Madrid. Es esta una iniciativa surgida a partir de una propuesta de la Conferencia Episcopal Española, encomendada a la Comisión Episcopal de Apostolado Seglar. El obispo auxiliar, monseñor Jesús Fernández, y un grupo de laicos de nuestra Archidiócesis de Santiago de Compostela participa en esta cita, tras haber estado trabajando desde hace meses los textos preparatorios del encuentro.

Alfredo Losada, de la Delegación de Apostolado Seglar de Santiago, destacaba hace días que “este congreso debe vivirse como lo que es: un proceso sinodal, un proceso espiritual, porque el Espíritu Santo nos acompaña y nos interpela, y un proceso de discernimiento”. Losada animaba a todos a “que recéis por los frutos del congreso, que dependerá del espíritu evangelizador y misionero de todos nosotros”.

Alfredo Losada, uno de los responsables de los trabajos previos preparatorios del congreso en nuestra diócesis, invitaba a todos cuantos han colaborado a leer “con detenimiento” el documento de trabajo que se analizará en el congreso y, “sobre todo, para que lo trabajéis en vuestras asociaciones, movimientos, parroquias, unidades pastorales, arciprestazgos”.

El mensaje del papa Francisco dice lo siguiente:

 

Al Eminentísimo
Cardenal Ricardo Blázquez Pérez
Presidente de la Conferencia Episcopal Española

 Querido hermano:

Me dirijo a usted, como también al querido Cardenal Carlos Osoro Sierra, Arzobispo de Madrid, y a todos los hermanos obispos, sacerdotes, religiosos y, de manera particular, a los fieles laicos, con ocasión del Congreso Nacional que celebran con el tema: «Pueblo de Dios en salida».

Para llegar a esta celebración han recorrido un largo camino de preparación, y esto es hermoso, caminar juntos, hacer “sínodo”, compartiendo ideas y experiencias desde las distintas realidades en las que están presentes, para enriquecerse y hacer crecer la comunidad en la que uno vive.

Es significativo que inicien este Congreso en el día que la Iglesia hace memoria de los santos Cirilo y Metodio, patronos de Europa. Ellos impulsaron una gran evangelización en este continente, llevando el mensaje del Evangelio a quienes no lo conocían, haciéndolo comprensible y cercano a las gentes de su tiempo, con un lenguaje y formas nuevas. Con su ingenio y su testimonio, fueron capaces de llevar la luz y la alegría del Evangelio a un mundo complejo y hostil. El fruto fue ver cómo muchos creían y adherían a la fe, formando una comunidad; una porción del Pueblo de Dios comenzó a caminar en esa amplia región del continente, y lo sigue haciendo todavía hoy bajo el amparo de esos dos hermanos evangelizadores.

Esto nos enseña —como afirma el lema del Congreso— que somos Pueblo de Dios, invitados a vivir la fe, no de forma individual ni aislada, sino en la comunidad, como pueblo amado y querido por Dios. Le pertenecemos, y esto implica no sólo haber sido incorporados a Él por medio del bautismo, sino vivir en coherencia con ese don recibido. Para ello es fundamental tomar conciencia de que formamos parte de una comunidad cristiana. No somos una agrupación más, ni una ONG, sino la familia de Dios convocada en torno a un mismo Señor. Recordar esto nos lleva a profundizar cada día nuestra fe: un don que se vive en la acción litúrgica, en la oración común de toda la Iglesia y que debe ser anunciado. Es el pueblo convocado por Dios, que camina sintiendo el impulso del Espíritu, que lo renueva y le hace volver a Él, una y otra vez, para sentirnos cosa suya.

Y este Pueblo de Dios en salida vive en una historia concreta, que nadie ha elegido, sino que le viene dada, como una página en blanco donde escribir. Está llamado a dejar atrás sus comodidades y dar el paso hacia el otro, intentando dar razón de la esperanza (cf. 1 P 3,15), no con respuestas prefabricadas, sino encarnadas y contextualizadas para hacer comprensible y asequible la Verdad que como cristianos nos mueve y nos hace felices.

Para ello, se necesita esa libertad interior capaz de dejarse tocar por la realidad de nuestro tiempo y tener la valentía de salir a su encuentro. El mandato misionero es siempre actual y vuelve a nosotros con la fuerza de siempre, para hacer resonar la voz siempre nueva del Evangelio en este mundo en el que vivimos, particularmente en esta vieja Europa, en la que la Buena Noticia se ve sofocada por tantas voces de muerte y desesperación.

La Palabra viva de Dios necesita ser predicada con pasión y alegría a través del testimonio cristiano para poder derrumbar hasta los muros más altos que aíslan y excluyen. Es la hora de ustedes, de hombres y mujeres comprometidos en el mundo de la cultura, de la política, de la industria… que con su modo de vivir sean capaces de llevar la novedad y la alegría del Evangelio allá donde estén. Los animo a que vivan su propia vocación inmersos en el mundo, escuchando, con Dios y con la Iglesia, los latidos de sus contemporáneos, del pueblo. Y les pido, por favor, que eviten a toda costa las “tentaciones” del laico dentro de la Iglesia, que pueden ser: el clericalismo, que es una plaga y los encierra en la sacristía, como también la competitividad y el carrerismo eclesial, la rigidez y la negatividad…, que asfixian lo específico de su llamada a la santidad en el mundo actual.

Por lo tanto, no tengan miedo de patear las calles, de entrar en cada rincón de la sociedad, de llegar hasta los límites de la ciudad, de tocar las heridas de nuestra gente… esta es la Iglesia de Dios, que se arremanga para salir al encuentro del otro, sin juzgarlo, sin condenarlo, sino tendiéndole la mano, para sostenerlo, animarlo o, simplemente, para acompañarlo en su vida. Que el mandato del Señor resuene siempre en ustedes: “Vayan y prediquen el Evangelio” (cf. Mt 28,19).

Los animo en su tarea y compromiso, y ruego al Señor que este Congreso pueda dar frutos abundantes.

Y, por favor, les pido que recen por mí.

Que Jesús los bendiga y la Virgen Santa los cuide.

Fraternalmente,

Francisco

Roma, junto a San Juan de Letrán, 14 de febrero de 2020.
Fiesta de los santos Cirilo y Metodio, Patronos de Europa
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Dinamizar e impulsar el apostolado seglar

El Congreso está planteado para 2.000 personas. Entre los destinatarios del congreso destacan los diversos ámbitos parroquiales y diocesanos: familia, juventud, personas mayores, profesores, universidades, catequistas, miembros de Cáritas, hermandades, cofradías, grupos parroquiales, movimientos y asociaciones.

En él participan representantes de las diócesis y de las parroquias españolas y de los diferentes movimientos y asociaciones laicales de apostolado seglar. Y lo hacen con el objetivo de definir propuestas concretas y líneas de actuación que dinamicen el laicado en nuestras diócesis. Será prioritario el trabajo en común sobre temas considerados fundamentales como vida comunitaria, compromiso público, vida familiar, jóvenes, doctrina social,…

Se trabaja en 4 itinerarios (Primer Anuncio acompañamiento; Procesos Formativos  y Presencia en la vida pública) y hay 40 líneas temáticas.

El trabajo diocesano con los laicos tuvo una especial importancia para la preparación de este Congreso. Las diócesis españolas, movimientos y asociaciones laicales y congregaciones religiosas de toda España han estado trabajando en una fase previa al Congreso en las respuestas del documento-cuestionario para poder realizar el “Instrumentum Laboris” que será la base del congreso.

El  programa del congreso presenta metas específicas para consolidar un laicado evangelizador: potenciar la caridad política como corazón de la identidad y espiritualidad laical, concienciar sobre la vocación bautismal del laicado para la misión, escuchar la llamada universal a la santidad; y contribuir de manera responsable en la transformación del mundo.

Objetivo

El Congreso Laicos 2020 trata de ser un proceso, no solo un evento. Pretende ser un gran acontecimiento laical, desde donde se transmita una mirada de esperanza ante los desafíos que presentan las sociedades actuales, viviendo la fe cristiana en los espacios públicos con alegría y esperanza. El objetivo principal es impulsar la conversión pastoral y misionera del laicado, como signo e instrumento del anuncio del Evangelio de la esperanza y de la alegría, para acompañar a los hombres y mujeres en sus anhelos y necesidades, en su camino hacia una vida más plena.

Y como objetivos específicos :

  1. Tomar conciencia de la vocación bautismal
  2. Potenciar la caridad
  3. Transmitir, desde el discernimiento una mirada de esperanza ante los desafíos.
  4. Ser espacio de comunión
  5. Visibilizar la realidad del laicado

Y todo ello dentro de unas claves de fondo:

  • Dar voz al laicado
  • Vivir la sinodalidad y la corresponsabilidad laical
  • Ejercitar el discernimiento
  • Promover una cultura del encuentro
  • Impulsar un laicado en salida y alegre