Mes de mayo

Esta tarde noche, en muchos lugares, hay una tradición muy cariñosa de los cristianos que cantan a la Virgen los “mayos”, en forma de romance, y le dedican a María de Nazaret las mejores flores y piropos.

La Providencia me ha permitido estar esta tarde en Lourdes, donde os he tenido muy en cuenta a todos los amigos. Uno siente el deber de rezar por tantos que confían en el recuerdo de sus necesidades y de manera especial lo siento en momentos en los que tengo el privilegio de hacerlo en lugares tan emblemáticos y sagrados.

La celebración de la Eucaristía, la adoración ante el Santísimo, junto a muchos enfermos, el rezo del rosario con multitud de peregrinos me envuelven esta tarde y me hacen sentiros cerca de vosotros.

Contemplando la decoración de la fachada de las basílicas, podemos tener, para este mes de mayo, la invitación de la Madre de Jesús a los sirvientes de la boda: “Haced lo que os diga”.

Cuando uno hace silencio, y contempla el sufrimiento de tantos, surge en el fondo del alma la súplica: “Que se haga tu voluntad”. Es muy difícil pedir nada, ante tantos rostros sufrientes. Uno se siente casi humillado por poder andar, tener salud, capacidad mental. Y surge la súplica: “Señor, por ellos, por los que me has dado, por los que más lo necesiten”.

He tenido el encargo de dar la comunión a los enfermos y me era difícil contener la emoción. Me venía al pensamiento la imagen: “Das Cristo a Cristo”. Un joven gritaba: “Agua, quiero agua”, y lo dí el Cuerpo de Cristo y quedó en silencio.

Quizá he presumido de haber dado la mano al Papa, y hoy arrodillado ante la custodia, que ha pasado junto a mí, he sentido el privilegio, no solo de contemplar el paso del Sacramento de la Eucaristía junto a mí y su bendición, sino que tengo el ministerio de consagrar el Pan Santo, y todos nosotros lo comemos, y nos hacemos una cosa con Él, hijos de Dios, herederos del reino de los cielos.

Cantemos a María, invoquemos su nombre, nos acogemos a su protección, de manera especial cuando nos sintamos más débiles, pobres, menesterosos, enfermos, necesitados, pecadores, la invoquemos: Santa María, ruega por nosotros.

Ángel Moreno Buenafuente