Momento Blanco en Cope: El ateo

Encontraron al sr. Leopoldo tirado en casa. Se había caído y, del golpe, sangraba por una pierna. En el trastazo, la cabeza había salido indemne; la memoria y los reflejos ya se encontraban muy afectados antes del suceso. Asuntos Sociales llamó a unos sobrinos que vivían en la ciudad y éstos se hicieron cargo de modo provisional. La revisión médica dictaminó la necesidad de operar. La tarea de cuidar a su pariente les desbordaba.

Comentaron el caso con otros familiares y amigos pidiendo ayuda pero no era fácil. Parecían las excusas de los invitados al banquete que figuran en Lc 14,15: “He comprado un campo y tengo que ir a verlo; te ruego me dispenses.” (…) “He comprado cinco yuntas de bueyes y voy a probarlas; te ruego me dispenses.” (…) Otro dijo: “Me he casado, y por eso no puedo ir.” Entonces alguien se acordó de un primo ateo, un poco grosero, y le llamaron.

“¿El tío Leo?, sí, hombre, voy para allá ahora mismo”. Y he aquí que uno que no se “borró” de religión y parecía un “`perdido” fue el único que asumió el acompañamiento de su familiar enfermo. Conclusiones: 1) Ojalá muchos hicieran el bien, aunque se etiqueten de ateos. 2) Etiquetas de ese tipo son muy relativas. 3) ¿Dónde está los cristianos y para qué ha de servirles la fe? 4) Pide ayuda si te ves superado antes de ser tú el enfermo.

Manuel Á. Blanco