Momento Blanco en Cope: jurisdicción

Aún con la resaca navideña, rescatemos dos momentos concretos que pueden servir para enfocar bien el año que comienza. El primero de ellos tiene que ver con la visita a una residencia de ancianos. Allí, uno de los internos esperaba la llegada de sus familiares. El plan consistía en recogerle temprano, comer juntos y compartir una agradable velada hasta la hora de cenar. Pasaba el tiempo y no aparecía nadie.

Aquel hombre, cansado de esperar (la paciencia no mejora, necesariamente, con la edad…) hizo un par de llamadas y enseguida se dio cuenta: todo el mundo estaba preparado para la jornada con su familia pero nadie había concretado quién iría a recogerle. ¿Darían por supuesto que iba la sobrina de siempre? ¿Escaqueo? ¿La cabeza en otra parte? Casi nunca se forman colas de familiares en las visitas a las residencias…

El otro suceso lo reflejó un gris mensaje telefónico: “Hola grupo, feliz Navidad. Por aquí he hecho tal y cual cosa. Estoy solo”. Una escueta comunicación con una pizca de reproche; una “bofetadita” al bebé de la fraternidad para asegurarse de que nacía respirando bien. A veces conviene aplicar aquel famoso lema: “prefiero pedir perdón a pedir permiso”. Tal vez, el exceso de amor se cura más fácil que su omisión.

Manuel Á. Blanco