Tragar aire en exceso, crear un foco infeccioso de bacterias o exponerse a las sustancias tóxicas de latas y plásticos constituyen los riesgos de “beber a morro”. Pero ¿y si el problema de compartir bebida fuese religioso?: ¿bebiendo juntas las personas de distinto credo, podrían contaminarse? La cristiana Asia Bibi nunca pudo ser Asia “bebe” con las demás compañeras de trabajo; su impureza resultaría contagiosa.
Hace pocos días sabíamos que esta pakistaní, condenada a muerte en 2009 y absuelta en 2018, llegaba a Canadá para reunirse con sus 5 hijas. Tras un calvario grande en la vida, no viene mal un poco de Pascua. Preocupados en nuestra sociedad por cuestiones políticas interminables y disquisiciones cursis de gente bien, el caso de Asia Bibi recuerda los múltiples rincones de este mundo sin auténtica libertad religiosa.
Queda para la historia la “Declaración de Islamabad”, un documento firmado por 500 predicadores del Islam que desaprueba la persecución a esta mujer de 53 años y sueña con que Pakistán sea reconocido como un país multi-étnico y multi-religioso, sin terrorismos, extremismos o sectarismos violentos. A ver qué dice google al escribir “colectivos feministas en favor de Asia Bibi”: … relato de la periodista francesa Anne-Isabelle Tollet en el libro ¡Sacadme de aquí!… gobierno canadiense… HazteOir… MasLibres… CitizenGo… oración y firmas por ella…
“Lo que entra en la boca va al vientre y es echado en la letrina; lo que sale de la boca, del corazón sale: esto contamina al hombre” (Mt 15, 17-18).
Manuel Ángel Blanco
(Cope, 10 de mayo 2019)
