Monseñor Barrio insta a convertir el Sínodo Diocesano en un “programa de vida pastoral”

El arzobispo compostelano preside junto a su presbiterio la Misa Crismal y ensalza la tarea de los sacerdotes

El arzobispo de Santiago, monseñor Julián Barrio, invitó hoy en su homilía de la Misa Crismal a hacer vida las orientaciones surgidas del Sínodo Diocesano. En sus palabras ante los sacerdotes que le acompañaban en esta celebración, monseñor Barrio alabó el don del sacerdocio y la capacidad de servicio de los presbíteros. “Esta actitud que nos hace eficaces en la llamada a aquellos alejados de la comunidad eclesial, hemos de manifestarla en la aplicación del Sínodo diocesano, que ha sido fruto de experiencias, aspiraciones y críticas orientadoras y constructivas”, afirmó. Y añadió: “esto exige una obediencia iluminada por la fe y acompañada del estudio de las disposiciones, en el espíritu y en la letra. Ante el Sínodo puede haber distintas posturas: la de aquellos que no muestren interés alguno y pasen del trabajo realizado; la de quien tenga curiosidad, lea las disposiciones pero no se sienta implicado. Ninguno de nosotros acepte estar clasificado en estas actitudes. Hay una tercera, la de aquellos que hagan una lectura reflexiva y la conviertan en un programa de vida pastoral. El arzobispo indicó además al presbiterio que “hoy es un día significativo para recordar, queridos sacerdotes, que somos hombres de lo sagrado, predicando la Palabra de Dios y administrando los sacramentos, sin que nuestras debilidades puedan debilitar nuestra admirable energía de luz y de vida divina”.

La Misa Crismal presidida hoy por monseñor Barrio es una ceremonia litúrgica en la que se consagran el Santo Crisma y los Santos Óleos. Con el Santo Crisma consagrado por el Obispo en esta Eucaristía se ungen los recién bautizados, se hace la unción a los que se confirman y se ungen las manos de los presbíteros en su ordenación sacerdotal, la cabeza de los Obispos en su ordenación episcopal y las iglesias y los altares en su dedicación. Por su parte, con el Óleo de los catecúmenos, éstos se preparan y disponen al Bautismo, mientras que con el Óleo de los enfermos, éstos reciben el alivio en su debilidad. La palabra crisma proviene de latín “chrisma”, que significa unción. En ella, además, los miembros del presbiterio diocesano renuevan sus promesas sacerdotales delante de su arzobispo.

En la homilía monseñor Barrio señaló a los sacerdotes la transcendencia de su misión. “Presidir en la caridad a la comunidad cristiana”, aseguró, “no es un compromiso cómodo, pero no debemos abandonar nuestra responsabilidad de guías que deriva del mismo carácter sacramental y de la misión recibida, siendo fieles a la Iglesia más allá de las simpatías o antipatías personales. Ser fiel conlleva sufrir y a veces con la impresión de sufrir solos, mantener vivo el fuego y no adorar las cenizas. La sacralidad y la santidad confluyen en el misterio de la Iglesia”.

El arzobispo compostelano, a quien acompañaba también su obispo auxiliar, monseñor Jesús Fernández González, expresó su convencimiento de que “donde no se percibe la belleza de la Iglesia, se extingue el amor; y donde no hay amor no puede resistir mucho tiempo la fidelidad”. Ahí, según monseñor Barrio, “está el secreto de la alegría” de la vida sacerdotal. “Si caemos”, afirmó, “en la tentación de apegarnos al dinero, al poder y a los chismes seremos siervos inútiles que no habremos hecho lo que debíamos hacer”

Homilía de mons. Barrio en la Misa Crismal

 

Foto: Catedral de Santiago de Compostela