Nicotina y eucaristía

En estos tiempos de pandemia sale a la luz la preocupación fundamental de los que gobiernan y al mismo tiempo la serenidad de otros ciudadanos. Habrá personas que, al ver el título de este artículo, consideren una injuria el orden que siguen los dos vocablos que allí se expresan. Sin embargo, según la valoración de los que mandan, parece que no. La nicotina, desde el primer momento, ha sido considerada un artículo “de primera necesidad”, pues, a pesar del confinamiento al que nos han sometido los guardianes de nuestra salud, el acceso a los lugares de distribución de esa sustancia ha estado siempre abierto. Cosa muy distinta ha sido la participación en la Eucaristía, de la que se ha privado incluso a los que vivían a cien metros de un centro de culto. Se ha llegado al punto de invadir los vigilantes más de un centro de oración de los creyentes, en el que había unas cuantas personas, que guardaban la separación requerida. Interrumpieron los rezos, sin respeto a la devoción de quienes querían rezar.

Me imagino que la razón para un comportamiento tan desigual por parte de los que mandan, será que la falta de nicotina puede volver frenéticos a quienes no disponen de ella, mientras que la Eucaristía, a la que algunos acceden, sigue aportando paz y alegría a quien vive su fe con amor. No veo otra razón que pueda mover a los gobernantes, que podría ser formulada así: sin tabaco, los que fuman nos privarán de su voto, mientras que sin comunión, los cristianos seguirán sin arremeter contra nadie.

Y, ahora que estamos cerca de la 2ª fase, yo me pregunto: La falta de fe de muchos de los que ostentan el poder, ¿sería un obstáculo insalvable para equiparar a los cristianos con aquellos para los que ellos promueven la nicotina? Si los que mandan cambiaran de actitud, los creyentes podrían recibir esa “prenda de vida eterna”, que les serviría mucho más que a los fumadores ese alimento que los gobernantes han considerado de primera necesidad.

Yo, que estoy confinado desde el 13 de marzo, sin pisar siquiera la puerta, veo el confinamiento, en diversas ocasiones prorrogado, como un mal menor, aunque Vds., a la vista de lo que sucedía en Italia, tendrían que haberlo ordenado ocho o nueve días antes. Pero ahora me pregunto: ¿Estarían Vds. capacitados para ver la importancia que para los creyentes tiene el participar en la Eucaristía? Aunque Vds. utilizaran como criterio el “por si acaso”, ¿no estaría bien que los cristianos bien dispuestos tuvieran acceso a ese “alimento de inmortalidad” del que en alguna ocasión privaron Vds. a los pocos que deseaban participar de la Eucaristía? ¿Sería más beneficioso ese otro alimento que Vds. promueven? Si Vds. pensaran al menos en el consuelo que los millares de moribundos tendrían recibiendo a Jesucristo, y lo que ello llevaría consigo en el más allá, ¿creen que hay paridad con esa nicotina a la que otros acceden, porque Vds. les abren las puertas de ella?

José Fernández Lago
Artículo publicado en El Correo Gallego