Querido diario:
Sigo rumbo a Santiago asombrado por el arte de las iglesias que me encuentro en el Camino. Obras monumentales realizadas con el ritmo del reloj de sol, la planificación de los herederos de Roma y el corazón creyente cocinado en la Península Ibérica desde el inicio de la predicación apostólica. La prensa ha dedicado estos días tinta y web a la renuncia del obispo de Solsona: ¿premio Novell, o conductor Novell con la “L”? Se abrió la veda.
Los diocesanos de Santiago aún guardamos en la retina la última etapa de la Vuelta a España, Padrón – Santiago, y a los ciclistas llegando al marco impresionante de la plaza del Obradoiro con la magnífica Catedral como gigante roll-up de piedra a sus espaldas. Parece que la Casa del Señor Santiago hubiera estado ahí toda la vida, aguardando momentos como éste. A ver si llego pronto. Ya lo dice el Papa: si voy a Santiago, voy a Santiago…
Estoy promocionando mucho el bolígrafo y la libreta. Antes uno iba ahorrando, con esfuerzo, para un portátil; pero ahora es grande el riesgo de que te lo “trinquen” durante el Camino. Además, con lo que está subiendo la luz, te juegas el “pellejo” como te cacen recargando en cualquier enchufe. Va a comenzar el curso. Sigue el Covid copando los espacios. La Iglesia sigue su Camino.