La capital de Pontevedra celebró este domingo el día grande de su patrona, la Divina Virgen Peregrina, en un ambiente marcado por la devoción, la tradición y el compromiso comunitario. La jornada, que cada segundo domingo de agosto congrega a miles de personas, comenzó con la Solemne Eucaristía en la basílica de la Peregrina, presidida por el arzobispo de Santiago de Compostela, monseñor Francisco José Prieto Fernández.
A las 12:00 horas, el templo se llenó de fieles y de una amplia representación institucional y eclesial. Concelebraron sacerdotes de distintas parroquias. Estuvieron presentes el presidente de la Deputación de Pontevedra, Luis López; el presidente de la Junta Directiva y miembros de la Cofradía de la Peregrina; autoridades civiles y militares; miembros de los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado; representantes de la vida consagrada, así como un nutrido grupo de devotos venidos de toda la provincia.

Durante el acto, Luis López realizó la ofrenda institucional, un encargo que asume por segunda vez desde que preside la Deputación. En su intervención, reivindicó la unidad y las raíces de la provincia, afirmando que “cada segundo domingo de agosto, la festividad de la Virgen Peregrina resalta una Pontevedra de raíces”, unida por la tradición, la comunión familiar y la ilusión por el futuro.
En la homilía, mons. Prieto situó la festividad dentro de una historia viva que une fe y compromiso social. Recordó que esta cita anual es “un encuentro que nos vincula, nos humaniza y nos hace reconocernos en verdadera fraternidad”.
Inspirado en las lecturas del día, el el prelado compostelano subrayó la condición de pueblo en camino que caracteriza tanto a los creyentes como a la advocación de la Virgen Peregrina: “Somos pueblo peregrino, pueblo que confía en el Señor, pero que hace de la confianza compromiso, y hace de la confianza vigilancia y atención”. E invitó a vivir la fe como una actitud activa, alejada de la indiferencia.

Monseñor Prieto insistió en que el verdadero culto a María implica trabajar por el bien común, superar prejuicios y tender puentes donde sobran muros y fronteras. Defendió una fraternidad real que proteja la dignidad de todas las personas, desde los más pequeños hasta los mayores, y denunció la violencia que golpea a familias y pueblos en distintas partes del mundo. “Pronunciar la palabra paz es un compromiso”, señaló, lamentando los conflictos actuales y llamando a un esfuerzo compartido para que la justicia, la verdad y la bondad no conozcan límites.
El arzobispo concluyó encomendando a la patrona de Pontevedra las familias de la provincia, pidiendo que sean siempre “protegidas, acogidas y sostenidas” como núcleo vital de la sociedad. Animó a todos a seguir el ejemplo de María, que desde el primer momento “se puso en camino” y acompaña a los creyentes en su peregrinar.
La jornada festiva continuó por la noche, cuando, a las 21:00 horas, la imagen de la Virgen Peregrina salió en procesión por las calles del centro histórico. El recorrido, presidido también por monseñor Prieto, estuvo acompañado por música tradicional, cofrades, autoridades, cuerpos uniformados y una multitud de fieles, que entre aplausos y rezos reafirmaron el vínculo profundo que une a Pontevedra con su patrona.







