- El religioso recogió el documento que certifica la designación que tuvo el respaldo unánime de toda la corporación
adie sale de su país natal por gusto. Eso es lo que predica el arzobispo Santiago Agrelo (Asados, 1942), al que el Concello de Rianxo le otorgó ayer al mediodía el título de hijo predilecto. El clérigo, perteneciente a la orden de los franciscanos, aceptó con humildad el reconocimiento y admitió que «hai cousas que non se poden merecer, e a que estou vivindo eu aquí é unha delas».
En el acto público, el primero en intervenir fue el alcalde, Adolfo Muíños, quien resaltó que la elección del fraile como hijo predilecto de Rianxo fue aprobada por unanimidad de los miembros de la corporación municipal. Xosé Luis Axeitos Agrelo, primo del homenajeado y experto en su vida, fue el segundo en dirigirse a los presentes.
Compartió con el público que «a primeira vez que visitamos a Lucho despois de entrar no seminario, démonos conta de que xa non éramos a súa auténtica familia, xa se convertera no irmán Santiago». A continuación, leyó numerosas citas directas sacadas de entrevistas y escritos donde monseñor Agrelo ponía de manifiesto su ferviente defensa de los derechos de los más desfavorecidos.
Una de las que más emocionó al auditorio fue en la que decía que le causaba gran congoja que la tragedia del Tarajal no provocase días de luto nacional en España, especialmente en Ceuta y Melilla. «Que nós custaba poñer as bandeiras a media hasta e un crespón negro nas portas para dicir que eles tamén son os nosos mortos?».
El estudioso comparó la situación de deshumanización de las personas inmigrantes con la de los judíos en la Alemania nazi. «Así fixo o Terceiro Reich cos xudeus, aos que illou socialmente ata o punto de que ninguén os reclamase se lles facían algo: esa foi a antesala de envialos a cámaras de gas».
Al lado de Dios
La trayectoria de Agrelo dentro de la Iglesia empezó a muy temprana edad, cuando con solo 11 años fue enviado al seminario de Herbón, donde aprendió a ser fraile. Contó que mientras estudiaba, le gustaba escaparse a la capilla del seminario a estar a solas con Dios: «Sempre imaxinei a miña vida coma unha candea que se consume diante do señor».
El eclesiástico acabó su formación allá por 1966 y nueve años más tarde se convirtió en doctor en Teología, algo que le ha llevado a escribir más de medio centenar de documentos y artículos académicos.
Su historia de ayuda a los demás empieza de manera más contundente en los años 2000, cuando se convierte en director del albergue de los franciscanos en Santiago de Compostela. «As persoas necesitadas chamaban a calquera hora da noite e iso a min gustábame, facíame sentir que estaba facendo algo importante para elas», expresó.
Arzobispo en Tánger
Las intromisiones en el sueño le acompañaron durante su estancia en Tánger, entre 2007 y 2019, donde los migrantes llamaban al edificio en el que residía en busca de ayuda: «En Marrocos, o importante é que esas persoas non cheguen á fronteira con España».
Apuntó también al papel de los medios, a los que pidió que no señalen al diferente como un peligro para la seguridad nacional y no utilicen un lenguaje discriminatorio.
A pesar de su gran fe, el sacerdote no dudó en criticar a la institución a la que pertenece diciendo que «o papel da Igrexa é ambiguo nesta materia, parécese ao do resto da sociedade, e iso dígoo con tristeza».
Fuente: La Voz de Galicia