Una persona con el corazón herido por la muerte de un ser querido dijo: “Nadie debería morir sin tener unos ojos en los que mirarse, a los que hablar sin pronunciar palabra pero sabiendo que se está diciendo todo”.
Mirar es importante, sea a la alegría o al dolor, a la vida o incluso a la muerte. Hay muchas clases de miradas: las que muestran desprecio, las que muestran respeto; unas que humillan, otras que alzan del suelo; las que causan dolor, y las que devuelven la calman o acogen con amor. Por ello, es fundamental no solo mirar sino “saber mirar”, y más en esta época de confinamiento en que muchos no han podido ver ni acompañar a sus seres queridos ni en su enfermedad ni en su muerte.
En estas circunstancias, como señala Valentín Rodil Gavala, psicólogo y acompañante en duelo en el centro de Escucha San Camilo de Tres Cantos, los objetos nos hablan de las personas y de las relaciones que nos unen con los otros:
“Ayer, el colchón “era” mi vecina. Más aún, el colchón era un signo de muerte maldita que era preciso arrojar. Ella vivía sola. (…).
En cuestión de segundos, en mi cabeza, la muerte de mi vecina me llevó a recordar a tantas otras personas que conozco, que perdieron un ser amado y que sí hacen duelo porque encuentran significado y vida a los objetos que acompañaban la vida de la persona desde una presencia que podemos llamar simbólica.
Para muchas de esas personas los objetos se vuelven presencias imprescindibles que no pueden suplir presencias físicas, pero desprenderse de ellas suele ser una parte difícil de su navegar el mar del duelo.”
Personas en duelo y confinamiento. Saber mirar es saber amar_Valentin Rodil
Mª Jesús Rodríguez Míguez.
Voluntaria del Centro Diocesano de Escucha San Camilo de Pontevedra