Como ocurre cada año -desde la tarde del 26 de julio y todo el 27 de julio-, fiesta de san Pantaleón, volverá a realizarse el prodigio: la sangre del santo, conservada todo el año en estado sólido en un relicario-ampolla por las Agustinas Recoletas de la Encarnación de Madrid, se licuará. Varios miles de fieles que desfilan por ese templo podrán admirarse de nuevo de este hecho prodigioso.
Nosotros, en San Pantaleón das Viñas –singular parroquia que se abre al mar desde el Puente del Pedrido a Ponte do Porco, entre Betanzos y Miño-, estamos de patrón. ¡Son sus fiestas!, que desde tiempos medievales celebra por todo lo alto. La singularidad está en que esta, es la única parroquia de la diócesis bajo el patrocinio de este santo. ¿Un santo desconocido?, aparentemente sí… En toda España son sólo cinco los pueblos que lo tienen como titular; y, apoyándose en esa “rareza”, esas pocas parroquias -pocas, rurales y pequeñas-, desde hace un tiempo se han “hermanado”: cada año hacen por turno una xuntanza. El mes pasado se vieron las cinco en San Pantaleón de Cabanas -Ourol, Vivero-, antes en San Pantaleón de Aras -en Cantabria- y San Pantaleón de Losa -en Burgos- que es el templo más antiguo. Para el próximo año nos toca a nosotros ser los convidantes.
SÍ, sólo aparentemente es desconocido, ya que es un gran santo: médico prestigioso, convertido a la fe, muy taumaturgo, mártir distinguido … Su culto -aunque no masivamente- está extendido por toda la Iglesia; y, su vida resalta por su talla humana, por su ejemplaridad y relieve social; y porque su sangre, recogida en su martirio y repartida por diferentes lugares -siglo tras siglo- no deja de licuarse en su fiesta.
Nació, vivió y fue martirizado en Nicomedia de Bitinia -hoy Izmit, Turquía-. lugar de residencia de los emperadores Cayo Valerio Diocleciano y Galerio Maximiano. El mismo médico de estos, Eufrosino, lo tuvo Pantaleón como maestro. Nos dejó dicho: “Mi madre Eubula (o Eucuba), cristiana ejemplar, me murió muy pronto, y no tuve tiempo de hacerme cristiano”. Fue su padre, Eustorgio, hombre rico y de prestigio social, quien le inculcó el paganismo, y dio a su hijo una especial educación en ciencias y en letras -sin nada de formación religiosa-, hasta que se decantó por la medicina.
Fue el sacerdote “clandestino” Hermolao quien se fijó en las dotes y valores del joven médico Pantaleón. Y comenzó a tratarlo. Le decía: “No hay más que un Dios verdadero, que es Cristo…; con sólo invocarlo pondrás en fuga todos los males…; y -a menudo- le hablaba del Señor Jesús, y le narraba los primores del Evangelio. Así, renacían en Pantaleón los dichos y ejemplos de su madre, que “mamó” en su más tierna infancia. Pero, pesaban mucho las malsanas amistades y los “ambientes profesionales” de su entorno, y no se decidía a hacerse cristiano… Pero, he aquí que, un día, ocurre lo que refleja la imagen suya que tenemos al culto en nuestra iglesia parroquial de San Pantaleón das Viñas: en la que el santo tiene un niño muerto a sus pies… Cuando algún visitante me pregunta que significa ese niño, suelo decirles -no sin cierta ironía-, que nuestro patrono ahí, aún era un “santo pagano” … Y les cuento: Es que un día se encontró un niño muerto al borde del camino, por la mordedura de una víbora, que estaba allí al lado. Tomó al niño, y se acordó de Jesús, del que le hablaba Hermolao. Y rezó así: “¡Jesús, si todo lo puedes, haz que este niño recobre la vida, y que esa víbora muera”. Dicho y hecho, así ocurrió. Altamente impresionado se fue al encuentro de Hermolao, para decirle que quería, cuanto antes, recibir el bautismo.
Su notoriedad y fama creció enormemente, pero también brotó desde el palacio imperial la inquina y persecución contra él, irritación de la que participó también su padre Eustorgio… Así, hasta que un día llegó a su consulta un famoso ciego…; su padre le aseguró: “Si eres capaz de dar la vista a este ciego, te prometo cambiar de religión”. Pantaleón -sabedor que la ciencia médica no podía- invocó a Jesús, y el ciego comenzó a ver. Su padre, fiel a su palabra, se hizo ferviente cristiano y murió pronto santamente. En Venecia, en la iglesia de San Simeón, se veneran los restos de San Eustorgio.
Dejo al lector indagar por su cuenta en los múltiples milagros, en lo admirable de su pasión, en su prolongado martirio y en la santa muerte del médico Pantaleón, el 27 de julio del 305; y -también- en el alto valor de la sangre de los mártires; la suya -unos mil setecientos años después de vertida-, aún nos asombra.
Sobre nuestro santo, las Agustinas de la Encarnación de Madrid, difunden un libro de cien páginas, que recomiendo para “entrar” en la vida de San Pantaleón. Este himno lo tomo de ahí: Noble mártir esforzado / de Jesús imitador // Un milagro reiterado / tu sangre cada año ostenta, / y un día señalado / liquidada se presenta. / ¿Quién de esa sangre ha dudado / que hablará en nuestro favor? // Sé nuestro fiel abogado / ante el solio del Señor.
Jomigo