«Señor, ¿qué ha sucedido para que te reveles a nosotros y no al mundo?»
Si estamos leyendo este versículo del evangelio de hoy es porque somos de ese grupo que el Señor ha elegido para revelarse. ¿Y qué vamos a hacer al respecto? Nos ha confiado un tesoro hermoso, el don de la fe, y una llamada hermosa, a proclamar hasta los confines de la tierra las maravillas del Amor del Señor. ¿A qué tenemos miedo? ¿A qué esperamos? Sin miedo, vayamos hacia adelante. Con Dios todopoderoso, ¡vayamos siempre hacia adelante!
Byron Benítez, con Jair Marrugo JD – Siempre p´alante https://youtu.be/dxzOjmY81CA
Elena Fernández Andrés · https://twitter.com/poverellacm
El Evangelio está lleno de preguntas. Hoy la pregunta la hacen los apóstoles. A esta pregunta, Jesús responde hablando de Amor, del Espíritu Santo. El mundo nos habla un lenguaje: desescalada, fases, plazos, economía, vacuna. Todo… una incertidumbre. Dios nos habla de su corazón: nos envía el Espíritu Santo. Aunque es necesario estar en el mundo, el creyente no vive de las palabras del mundo; nuestro corazón se alimenta y vive de Dios. No estamos abandonados; ¡somos amados! El Padre es dador, el Hijo es dador, el Espíritu Santo es dador. Hay siete dones del Espíritu, que son semillas para dar vida, para que florezca la vida y crezcan frutos de humanidad.
¿Acaso Dios es sordo a nuestras oraciones? No, definitivamente no. Somos nosotros los que tenemos que escuchar a Dios, que quiere ponerse en sintonía con las leyes de la vida para que demos frutos buenos (Jn 15, 18). Él nos susurra: Guardad mis mandamientos, escuchadme. Si no abrimos nuestro corazón, nuestra mente y todo nuestro ser, Él no podrá entrar y hacer morada en nosotros. Él es el mendigo que llama a la puerta y pide que le abramos. Si no hacemos espacio a Dios, nos arriesgamos a permanecer como niños malcriados e irresponsables; nos arriesgamos a trazar una historia insensata y casual, en lugar de tomar parte en la Historia de Salvación, que es Historia de Misericordia. ¡Visita, Señor, a nuestros contemporáneos, a los andan perdidos alrededor de sí mismos, como pequeños diosecillos, sin mirarte a Ti, sin abrirse al viento del Espíritu Santo que trae más amor, más belleza, más humanidad al mundo!
Montse de Javier · Comunidade Caná