Suenen los instrumentos

La palabra

“¡Dad gracias al Señor con la cítara, salmodiad para él al arpa de diez cuerdas; cantadle un cantar nuevo, tocad la mejor música en la aclamación!” (Sal 33, 2-3)

La Iglesia

“Este mundo, en el cual vivimos, necesita belleza para no precipitar en la desesperación. La belleza, como la verdad, es lo que infunde alegría en el corazón de los hombres, es el fruto precioso que resiste a la degradación del tiempo, que une a las generaciones y las hace comulgar en la admiración. Y esto gracias a vuestras manos… Recordad que sois custodios de la belleza del mundo” (Pablo VI, Mensaje a los artistas, clausura del Concilio Vaticano II, 8-XII-1965).

Testimonio

“Alégrate, Sión, la ciudad madre, no temas: Festeja tu fiesta. Glorifica por su misericordia al que en ti viene a nosotros. Y tú también, hija de Jerusalén, desborda de alegría, canta y brinca de gozo. Levántate, brilla (así aclamamos con el son de aquella sagrada trompeta que es Isaías), que llega tu luz; la gloria del Señor amanece sobre ti!” (San Andrés de Creta)

Reflexión

La ciudad se llena de colores, las familias se reúnen en torno a la mesa, los amigos se regalan gestos de cercanía, la sociedad toma el lenguaje de los niños, la bondad desea penetrar en el corazón.

Los ojos se llenan de imágenes evocadoras de una ciudad habitable, los oídos escuchan música de villancicos, oratorios, y cantatas. Rondan por los pueblos los mozos con zambombas, castañuelas y almireces. El hombre aspira a la concordia que se manifiesta en los sonidos armónicos y rítmicos de los más diversos instrumentos.

Déjate inundar por el impacto de lo bueno, de lo bello, de lo verdadero, de lo noble, de los ejemplos entrañables, de los gestos cariñosos, y serás testigo de la belleza que ha impreso el Creador en el universo, la que se ha manifestado en el Hijo de María, el pequeño de Belén, Dios con nosotros, y gustarás los sabores de la Navidad.

Ángel Moreno Buenafuente