Pocos curas habrá (incluso sin ser curas) que tengan un estadio de fútbol son su nombre. Xosé Pumar Gándara lo tiene: el de Bastavales, la parroquia de Brión, donde fue sacerdote entre 1960 y 1975, y donde dejó una profunda huella en todas aquellas por las que pasó, que por edad no han sido pocas. Esa huella también es poderosa en Carballo, de ahí que el Instituto de Estudios Bergantiñáns, que lo define como «un crego ilustrado e humanista» le haya organizado un homenaje para el próximo día 8.
Xosé Pumar tiene 88 años, cumplidos en octubre. Muchos años, pero no es ni mucho menos el mayor en activo en la comarca. Aunque lo de activo no es cierto, o lo es a medias. Se jubiló en el 97, hace casi 23 años, y empezaba una vida tranquila en Bembibre (Val do Dubra), pero el cura de Carballo, José García Carballo, lo reclamó para echar una mano, y hasta hoy: oficia misa en la capilla de San Cristovo y en la de la del edificio de las monjas, además de colaborar en otras muchas cosas. Es, además, una mente lúcida, muy culto, que domina numerosas disciplinas y que habla y escribe en latín sin problemas. Lo de escribir es sencillo, porque son sus propios textos, pero para dialogar es cada vez más difícil encontrar un interlocutor.
Pumar nació en Buxán, Val do Dubra, y se ordenó sacerdote en 1954 con el cardenal Quiroga Palacios. Empezó en Xavestre, en su municipio, con un cura mayor. Después fue destinado a la vecina Trazo durante cinco años, y más tarde al «amplo val» de Bastavales, en Brión. De ahí se fue a Seavia, en Coristanco, en 1975, y regresó al sur, en concreto a Padrón (no lejos de Bastavales) en el 87, donde pasó diez años. Curiosamente Carballo es su mayor destino, y eso que llegó sin pensarlo y ya jubilado. Y no es fácil jubilarse de cura en estos tiempos en que no los hay. «Cando eu cheguei aquí, había tres, máis un maior que colaboraba. Agora, con moitísima máis xente, somos dous para todo», señala.
Es un problema general, con curas que tienen que llevar hasta nueve o diez parroquias de tres municipios distintos, y hay varios casos en la zona. «As vocacións van a menos, decrecen. A familia non axuda para que haxa vocación. Os mozos marchan á Universidade, emigran… Tamén ser cura, hoxe, é algo moi escravo. Moitos están sós, como estou eu. Antes non era así: tiñas un irmán, un sobriño, alguén que estaba contigo. Pero iso desapareceu, cada un ten a súa profesión», explica.
¿Y puede cambiar la situación? «Hai que buscar solucións, pero moitas non lle vexo. A celebración da palabra é importante. En Carballo xa se fai dende hai tempo con xente da parroquia que sexa que se ocupa de soster a fe do pobo, aínda que só sexa para abrir a igrexa o domingo, como situación de emerxencia». No es una misa al uso (obviamente: sin cura no puede serlo), pero al menos mantiene a los vecinos en el templo. Carballo, con su muy veterana escuela de agentes de pastoral, fue uno de los pioneros incluso cuando la carencia de sacerdotes no era tan acuciante como ahora. ¿Tal vez un cambio en la obligación del celibato podría cambiar la tendencia? No lo tiene claro, porque es un tema que últimamente también está dando que hablar entre los pastores protestantes: ellos sí pueden tener pareja, pero la crisis de vocaciones es similar.
Pumar defiende el conocimiento del latín como base para una buen a expresión en castellano y gallego. A él le gusta la lengua clásica: «Dá énfase, é moi solemne, emprega moitos hipérbatos», muy buena para expresar sentimientos o hechos solemnes, aunque para el día a día tenga carencias. Aunque su idioma habitual, y el de la mayoría de sus misas, sea el gallego. «Eu son un cura de aldea», se define.
El amor al idioma también lo experimentó en las tierras reales y poéticas de Rosalía, y eso que en a principios de los 60, a la poeta no se la consideraba como hoy, casi parecía un elemento artístico de feria. Pumar se encargó de presentarla como era, e darle el relieve merecido.
Homenaje. Organizado por el Instituto de Estudos Bergantiñáns, del que fue presidente durante varios años, será en el salón parroquial el 8 de febrero a las 18.00 horas, con numerosas intervenciones.
Fuente: La Voz de Galicia