Desde la Escritura: Gamaliel, un hombre de bien

Los Apóstoles seguían siendo perseguidos en Jerusalén. Las autoridades judías les habían prohibido hacer nada en nombre de Jesús de Nazaret. No era extraño: si ellas habían promovido la condena de Jesús, no les agradaba que ahora ellos proclamaran no solo que el Dios en quien ellos creían lo había resucitado, sino que en él se habían cumplido los anuncios proféticos. Así pues, decían ellos, Dios Padre lo sentó a su derecha, mientras ponía a sus enemigos por escabel de sus pies. Todo eso lo anunciaban los Apóstoles, y además añadían que el Señor lo había constituido juez de vivos y muertos.

En el estudio de esos procedimientos en el Sanedrín, había saduceos y también fariseos, aunque antes del año 70 la mayoría era saducea. Uno de los fariseos, llamado Gamaliel, muy reconocido por todo el pueblo, ofreció una clave para tratar el problema de los Apóstoles y demás seguidores del nuevo Camino, como llamaban entonces al cristianismo. Les dijo que, si esa tendencia dentro del judaísmo era cosa de Dios, no deberían luchar contra ella, pues, al fin y al cabo, no iban a conseguir nada. Por otra parte si era cosa de hombres, se iría esfumando, como habían desaparecido otros hombres con aspiraciones, e incluso sus sucesores. Así pues, lo más prudente era dejarlos en paz, ya que Dios nuestro Señor va ordenando las cosas con su Providencia.