Momento Blanco en Cope: Diario de un peregrino. Balada de las cosas pequeñas

Querido diario: estoy cansado. ¡No me mires así que tú vas muy cómodo metidito en la mochila, majete! Bueno, ¡basta! Ayúdame, al menos, a hacer balance. Hace un rato, hemos entrado en el supermercado del pueblo y sonaba “Soultans of soul”, de los Dire Straits, “nivel” musical que se agradece. Hasta que uno recuerda la “perversión”: el establecimiento sólo pretende que compremos más y mejor. Este año, no me avergüenzo de mi peregrino olor a “tigre”; creo, incluso, que se agradece, pues así se descarta el “covid”, si el olfato permanece.

En las pantallas del “súper”, entre fruta y fruta, veo las imágenes “extraterrestres” de un bólido avistado por el Observatorio Astronómico de Forcarei. Sobre la una y diez de la mañana del lunes se estrellaba en la atmósfera, sin consecuencias. Uno ya no sabe si el 2021 compite en sustos con el 2020, si de verdad el Armagedón avisa o si todo lo que vemos por la tele forma parte de un guión de Tarantino… En ese otro planeta, el del desierto del Dakar, Xavi Blanco y Ricardo Ramilo, escribieron una crónica “marciana”: que si me marcho; que si ahí te quedas; que si abandono…

Estos días he recibido carta: esa que tú guardas, diario, en medio de las páginas primeras: de un amigo que conocí en el Camino. Cuenta que le va bien y me alegra el alma. Porque además de “colegueo” y de kilómetros compartimos fe. Se despide con un “hasta la vista, hermano”, que emociona y es verídico. Recordamos aquello de los 3 obreros de la Catedral, quienes preguntados sobre el trabajo que hacían fueron respondiendo: “yo pico piedra; yo llevo a casa el pan de mi trabajo. Pues yo participo en la construcción de un templo que será magnífico…”

Manuel Á. Blanco