San Sebastián: voto de la ciudad de Pontevedra

Este próximo viernes, 20 de enero, tendrá lugar el histórico voto de la ciudad de Pontevedra a su copatrono, San Sebastián, tal y como se viene haciendo desde hace más de cinco siglos. La Misa Solemne tendrá lugar en la Real Basílica de Santa María la Mayor, a las 20:00 horas, durante la cual tendrá lugar la “Invocación a San Sebastián”, a fin de pedir su intercesión y protección para todos los vecinos de la ciudad. Con tal motivo, la imagen del santo, que se venera el resto del año en la Capilla de San Roque, se encuentra ya colocada en el templo parroquial de Santa María. Como en los últimos años, será un miembro de la comunidad parroquial quien formule la “Invocación”, en esta ocasión lo dará Julián Vega Martínez, que es ciego de nacimiento.

Un voto con 502 años de historia…

En enero de 1515, durante un grave episodio de peste, la entonces villa de Pontevedra se ofreció a San Sebastián, con motivo de la proximidad de su fiesta y dada su especial intercesión para librar de cualquier enfermedad a personas y urbes. Comoquiera que el brote de peste remitió a raíz de las devotas oraciones de los pontevedreses, desde entonces se le rinde a este santo un especial homenaje cada 20 de enero, figurando como uno de los principales protectores de la ciudad, junto a San Roque (otro gran abogado frente a las epidemias) y a la copatrona, Nuestra Señora de la Esperanza, la Virgen de la O.

Su biografía…

Nació San Sebastián en Narbona, a mediados del tercer siglo de nuestra era, si bien creció en Milán, sirviendo en las milicias del Emperador Maximiano. No obstante, como creyente cristiano, fue denunciado a la justicia y, por no renunciar a su religión, condenado a morir asaeteado. Herido gravemente por las flechas, fue abandonado y dado por muerto, si bien sus compañeros de la fe lo recogieron, escondieron y cuidaron hasta que su salud se vio plenamente restablecida. Entonces, el soldado Sebastián, en lugar de huir de Roma, regresó ante la presencia de Maximiano, para reprocharle su comportamiento xenófobo. El soberano lo condenó por segunda vez, siendo azotado hasta la muerte. Tirado su cuerpo en un lodazal, su comunidad recogió sus restos y les dio mejor sepultura en las catacumbas de la Vía Apia. Corría el año 288.