Solidarios: escucha en duelo

Nuestro Centro Diocesano de Escucha San Camilo es una iniciativa de las Delegaciones de Pastoral de la Salud y Apostolado Seglar, en el marco de un proyecto mucho mayor, coordinado a nivel nacional por el Centro de Humanización de la Salud de los Padres Camilos en Tres Cantos, Madrid. Pero, ¿qué es en realidad un Centro de Escucha? Como explica su coordinadora, Marina Hernando, “hay una frase que lo resume muy bien: <A veces no necesitas a alguien que te levante, sino a alguien que se acueste a tu lado y te escuche, hasta que tú puedas levantarte>. En el Centro de Escucha San Camilo es donde pueden encontrarnos a los voluntarios-escucha, que sin ser profesionales, estamos profundamente comprometidos, formados en acompañamiento y duelo y dispuestos a estar al lado de la persona que sufre esta dolorosa experiencia de pérdida”.

La labor del Centro, que cuenta con una amplia red de voluntarios en nuestra Diócesis, está dirigida a cualquier persona herida que esté atravesando una situación de duelo, a consecuencia de una pérdida significativa en su vida y que puede necesitar ser escuchada y acompañada adecuadamente, para poder sanar este duelo, afrontarlo y seguir con su vida: “Sabemos, por experiencia en nuestros propios duelos y en las personas que acompañamos, lo bien que nos hace esta escucha tan humana y tan cercana, que permite dar palabras al dolor, a las emociones y a los sentimientos, acogiéndolas incondicionalmente sin juzgarlas”, en palabras de la propia Marina Hernando. A estos dolientes se les ofrece un espacio de encuentros individuales, de aproximadamente una hora de duración, previa cita (652 385 332), donde pueden expresar de manera incondicional lo que están viviendo, con total libertad, sintiéndose escuchados, comprendidos y no juzgados. Se trata, además, de un servicio totalmente aconfesional, confidencial y gratuito.

El Centro Diocesano de Escucha San Camilo comenzó su andadura en noviembre de 2017. Desde entonces, sus 14 voluntarios han acompañado ya a 34 personas en diversas situaciones de duelo. Además, más de 50 han mantenido entrevistas personales con los especialistas en duelo de la Unidad Móvil de Intervención en Crisis y Duelo del Centro de Escucha San Camilo de Tres Cantos, en las distintas ocasiones en que ésta se ha desplazado hasta Galicia. Se trata de un trabajo discreto y muy necesario, que suele pasar desapercibido hasta que alguna circunstancia externa lo torna en imprescindible, como explica Susana Doval, una de sus voluntarias: “Cuando en mi parroquia se vivió la tragedia del accidente del rally de Carral, nos dimos cuenta, como nunca antes, de que no sabíamos cómo ayudar a las familias. Estábamos perdidos. La providencia nos llevó al Centro de Escucha San Camilo de Tres Cantos y con ellos aprendimos que la labor más importante en la comunidad es acompañar a los sufrientes a través de la escucha sanadora”. Así, formarse en duelo no solamente ha sido para ella “un gran regalo y una gran oportunidad para seguir más fielmente al Dios”, sino también una ocasión perfecta para ponerse al servicio de la comunidad, del amigo, del hermano…

A través de esta escucha activa, de este acompañamiento en el duelo, es la propia persona la que va deshaciendo sus nudos, desenredando la madeja de sus malestares, muchas veces ocultos y no verbalizados, devolviendo poco a poco la claridad, la esperanza y la alegría a sus quehaceres cotidianos. “Tras su pérdida me sentía más triste y vacía que nunca”, nos cuenta otra voluntaria, Pili Iglesias. “Ciertas personas optaron por no hablar nunca de él: así los demás no llorarían y nadie se pondría triste, pues había que superarlo y, además, el tiempo lo cura todo, decían”. Pero ocultar el dolor no implica que el dolor desaparezca o deje de afectarnos. Al contrario, puede enquistarlo todavía más y repercutir negativamente en nuestra salud emocional. “Yo me decía: esto es de locos, ¿tan equivocada estoy? Para mí era muy importante expresar y dar espacio para que los demás también lo hicieran, llorar si era necesario, enfadarse y, por qué no, a veces incluso reírse”. Cuando descubrió que silenciar el duelo no era, ni mucho menos, la mejor medicina para el alma, se sintió por fin liberada y, desde entonces, se ha dedicado a ayudar y propiciar que otros puedan experimentar esta escucha reparadora: “Una de las cosas más hermosas de ser voluntaria es que, con nuestra ayuda, las personas pueden hacer realidad una frase: nada volverá a ser igual, eso es cierto, pero todo volverá a ir bien”.

En definitiva, la escucha en duelo llega a ser, tal y como cuenta Susana Doval, una manifestación más del amor del Padre, derramándose en el corazón de sus hijos: “Así es nuestro Dios: un escucha del sufrimiento del ser humano y un acompañante en el camino de salvación”.