Día Internacional de los Archivos en el Archivo-Biblioteca de la Catedral de Santiago

Con motivo de la institución el 9 de junio de 1948 del Consejo Internacional de Archivos de la UNESCO, todos los años desde el 2004 se celebra el Día Internacional de los Archivos al que nuestra institución se ha sumado. Este año 2022 retomamos la celebración tras las dificultades provocadas por la pandemia, y todavía con las precauciones debidas hacia nuestros prójimos más vulnerables, siempre próximos en nuestras actividades, celebraciones litúrgicas y nuestras propias casas.

Si inicialmente comenzamos con una jornada “de puertas abiertas” el propio día, la notable popularidad y acogida de la celebración nos llevó en 2019 a prolongarlo toda la semana, como repetiremos este mes de junio de lunes 6 a viernes 10.

Un Archivo no es un Museo, a pesar de la cercanía física y personal en la Catedral de Santiago, y de custodiar ambos el “Tesoro” que incluso físicamente estuvo guardado y protegido uno junto a otro: el tesoro material de objetos más valiosos, y el de los documentos.

Con esa prioridad, la conservación, para su estudio e investigación, ampliamos no obstante la función didáctica y de conocimiento para el gran público, más allá de la divulgación que los investigadores hacen de sus propias investigaciones y resultados.

Las visitas y la posibilidad de acercarse físicamente a las salas y a la propia documentación es sin duda un atractivo fascinante, unido a las exigencias de espacio y de conservación que habitualmente nos limitan.

Este año invitamos también a conocer todo aquello que ya es accesible de forma digital, en abierto, y con la misma gratuidad con que ofrecemos estas visitas y la propia investigación en la Catedral. Esta propia hoja que están leyendo, la revista Annuarium Sancti Iacobi y otros muchos recursos, siempre y cada vez más, son consultables en digital y abierto. Más allá de la espectacularidad de algunas imágenes atractivas, ofrecemos contenidos académicos de alta calidad y rigor científico pero a la vez asequibles didácticamente para quien quiera profundizar en la historia.

Como escribía Bernardo, “tesorero” (también de documentos) en 1129 abriendo el Tumbo A:

“Muchas cosas útiles y honestas bien realizadas por nuestros antiguos padres y laudablemente instituidas de forma ordenada y razonable, son borradas de la memoria de sus sucesores y llevadas al olvido totalmente comidas por el paso del tiempo. De ahí viene que los varones sabios y prudentes bastante razonablemente instituyeran que reyes, cónsules, arzobispos y otras autoridades de sus donativos que, como ofrenda a Dios y en remisión de sus excesos, a los lugares sagrados, hicieran testamento y levantaran acta en testimonio y dando autoridad corroborando sus donaciones de sus propias manos, y así permanecieran en la memoria cotidiana…”

Guardando la memoria de aquel “tesoro” de documentos, hechos, relatos, culto y, en fin, vida de nuestros mayores, lo ofrecemos al conocimiento público mientras lo conservamos para el futuro, como es nuestra vocación.

Como comienza y concluye el Códice Calixtino: Ipse scribenti sit gloria, sitque legenti.

Francisco Buide del Real, canónigo-archivero