Acompañados: Creer en el otro

Es justo y legítimo creer en uno mismo y, por los mismos motivos u otros parecidos, creer en los demás, en sus posibilidades, en la fidelidad a sí mismo, en sus proyectos y metas, en su dignidad, da igual su condición, su procedencia, su afiliación religiosa, el color de su piel, su idioma… la fe en el otro nos pone en camino de desarrollar relaciones humanas proactivas, capaces de avanzar aún en el “desencuentro”, capaces de cooperación y solidaridad.  “Estos días de reclusión por el coronavirus he tenido más tiempo para hablar con mi esposa y… ¡me ha parecido simpatiquísima!”, concluía alguno. Si desaparece la desconfianza hacia los demás que llenaba el corazón, como consecuencia de experiencias negativas, en el encuentro con otros, se descubre “hospitalidad”.  Cuando una situación extraordinaria o extrema como la crisis del coronavirus se afronta “en abierto”, descubrimos que la fortaleza que crece dentro de nosotros, puede crecer igualmente dentro de la persona con la que comparto este proceso, metáfora de la vida misma, porque estamos igualmente cansados, igualmente preocupados, igualmente motivados, con temores parecidos y expectativas propias, igualmente humanos y solidarios.  Un proceso similar, salvando distancias, el que Dios hizo en la encarnación de su Hijo Jesús.

Padre Roberto