Acompañados: el momento difícil

Tomar conciencia de los momentos difíciles nos hace acoger las enseñanzas que traen los fracasos y equivocaciones, puesto que tienen un aprendizaje que hemos de interiorizar.  Madre Teresa de Calcuta solía decir a sus hermanas y a los pobres que acogía en sus casas, personas anuladas por la dificultad convertida en fracaso crónico, que la vida es una gran oportunidad y es legítimo beneficiarse de ella mientras la vivimos, una vida llena de belleza que no se describe por el aspecto exterior y por eso precisamente podemos admirarla siempre, la vida es un sueño a soñar, un desafío a enfrentar, un juego a jugar.

El “retiro” que respaldamos, prueba que no pasa nada por experimentar la dificultad del esfuerzo sin sentirse culpable, prueba que no es útil buscar culpables y/o responsables ni dentro ni fuera de uno mismo, porque eso sólo acrecentará la ira que no soluciona nada y es capaz de empeorar las cosas.

El dolor, las pérdidas, el fracaso… son parte de la vida y nos enseñan mucho sobre las fortalezas que hay dentro de nosotros.  Cuando tratamos de afrontarlo con el control, acabamos siendo propietarios defensivos y heridos, esclavos de vivir concentrados en tantas cosas incontrolables.  Cuando vivimos el momento difícil en toda su extensión sin ejercer ninguna forma de dominación, ni siquiera de las propias emociones, avanzaremos inmediatamente un poco más libres, más dignos y con mayor paz interior (Jn 8, 1-11).

Padre Roberto