Bernardino Núñez: “La curación, lo tuve claro desde el primer momento, dependía de la ayuda de Dios, del personal sanitario y de mi propio instinto de supervivencia”

  • Un paciente recuperado de Covid-19 protagoniza la tercera de las invocaciones a San San Roque y a San Sebastián en esta novena extraordinaria

En Santa María la Mayor de Pontevedra, este viernes 7 de agosto ha proseguido la novena extraordinaria de rogativa y acción de gracias a San Roque y a San Sebastián. La invocación de hoy la ha hecho Bernardino Núñez Rivas, paciente recuperado de Covid-19. Con sus palabras, ha elevado una petición por los enfermos, especialmente por aquellos a los que el coronavirus ha dejado secuelas; insistiendo en que la sociedad no puede ni debe bajar la guardia ante esta crisis sanitaria, extremando todas las medidas de prevención posibles. Sobre su propia experiencia como enfermo, Núñez Rivas ha meditado sobre cómo “estar afectado por una enfermedad de la que se desconoce absolutamente todo, y sin tratamiento específico, crea una gran sensación de incertidumbre sobre las posibilidades de salir con bien del trance”.

Para el personal sociosanitario, Bernardino Núñez solamente tiene palabras de agradecimiento: por la valentía demostrada y por la buena compañía que supusieron, cuando, como todos los demás internados por la Covid-19, se vio privado del apoyo familiar. Con ellos aprendió a reconocer la sonrisa a través de las miradas. Además, admite que esta experiencia le ha hecho reconsiderar muchas de sus prioridades en la vida, que antes de esta pandemia global no se paraba a sopesar.

Esta novena extraordinaria proseguirá hasta el día 14 (con la salvedad del domingo 9), por partida doble: en horario matutino, en la Real Basílica de Santa María la Mayor, a las 11:00 h., en este caso con invocación; y en horario vespertino, en la Capilla del Santo, a las 19:00 h. En cuanto a las invocaciones, mañana sábado tomará el relevo un médico, Julio Diz Arén, facultativo del Servicio de Medicina Interna del Complejo Hospitalario de Pontevedra.

 

INVOCACIÓN AL GLORIOSO SAN ROQUE Y A SAN SEBASTIÁN

Queridos S. Roque y S. Sebastián:

En este tiempo de pandemia, después de tantos meses de confinamiento y medidas extraordinarias, como afectado por el virus tengo la experiencia de lo que ha supuesto en nuestra ciudad el sufrimiento de tantas personas que se ven privadas del apoyo familiar durante el internamiento a causa del aislamiento que obliga la enfermedad.

Estar afectado por una enfermedad de la que se desconoce absolutamente todo, y sin tratamiento específico, crea una gran sensación de incertidumbre sobre las posibilidades de salir con bien del trance; sobre todo cuando se es de los primeros en pasar por la experiencia.

Gracias a Dios y a la profesionalidad, amabilidad y valentía del personal sanitario que me atendió se me hizo llevadero el aislamiento (por cierto, aprendí a ver la sonrisa a través los ojos). La curación, lo tuve claro desde el primer momento, dependía de la ayuda de Dios, del personal sanitario y de mi propio instinto de supervivencia. Con las dos primeras condiciones sabía que contaba y la tercera la puse yo con todas mis fuerzas.

El aislamiento de más de un mes (entre internamiento y vivienda) me permitió reconsiderar muchas cosas que con las prisas de las actividades diarias no me paraba a sopesar. Valgan como ejemplo dos: por un lado los problemas que nos provocamos/creamos cuando rompemos los ciclos y ritmos naturales de nuestra Tierra, y por otro que el bien de la salud física y espiritual es el primer paso para poder acceder a todos los demás bienes. 

El Salmo 115:16 “Los cielos son los cielos de Dios y la tierra la dio a los hombres” y S.  Mateo 8,17, cuando nos habla de las curaciones que hizo Jesús para que se cumpliese la profecía de Isaías “Tomó nuestras enfermedades y cargó con nuestras dolencias”, nos recuerdan que la Tierra la hizo Dios para nuestro disfrute, y que la salud física y espiritual es un bien tan preciado que Jesús prestó una especial atención a la curación de las personas durante los años de predicación.

Sabemos que hay que seguir atentos y no bajar la guardia aplicando todas las medidas de higiene y protección que son necesarias. Nuestras autoridades y científicos están haciendo lo posible para paliar los efectos directos e indirectos de esta pandemia. Pero también queremos presentarle a Dios, por intercesión de San Roque y San Sebastián, a los enfermos que hemos pasado por la experiencia, y especialmente a aquellos a los que les ha quedado alguna secuela.

Señor, ayúdanos a poner tanto interés en el cuidado de nuestra salud cuando disfrutamos de ella como el que sentimos cuando nos falta.

Bernardino Núñez Rivas