Celebración Diocesana | Tiempo de la Creación

Ocho años después de Pacem in terris, en 1971, San Pablo VI se refirió a la problemática ecológica, presentándola como una crisis, que es una consecuencia dramática de la actividad descontrolada del ser humano: “Debido a una explotación inconsiderada de la naturaleza, [el ser humano] corre el riesgo de destruirla y de ser a su vez víctima de esta degradación”.

San Juan Pablo II se ocupó de este tema con un interés cada vez mayor. En su primera encíclica, advirtió que el ser humano parece “no percibir otros significados de su ambiente natural, sino solamente aquellos que sirven a los fines de un uso inmediato y consumo”. Sucesivamente llamó a una conversión ecológica global.

Benedicto XVI renovó la invitación a “eliminar las causas estructurales de las disfunciones de la economía mundial y corregir los modelos de crecimiento que parecen incapaces de garantizar el respeto del medio ambiente”.

El Papa Francisco dedicó a este asunto toda una encíclica, Laudato si, publicada en 2015: “Hago una invitación urgente a un nuevo diálogo sobre el modo como estamos construyendo el futuro del planeta. Necesitamos una conversación que nos una a todos, porque el desafío ambiental que vivimos, y sus raíces humanas, nos interesan y nos impactan a todos. El movimiento ecológico mundial ya ha recorrido un largo y rico camino, y ha generado numerosas agrupaciones ciudadanas que ayudaron a la concientización. Lamentablemente, muchos esfuerzos para buscar soluciones concretas a la crisis ambiental suelen ser frustrados no sólo por el rechazo de los poderosos, sino también por la falta de interés de los demás. Las actitudes que obstruyen los caminos de solución, aun entre los creyentes, van de la negación del problema a la indiferencia, la resignación cómoda o la confianza ciega en las soluciones técnicas. Necesitamos una solidaridad universal nueva”.

Nuestra archidiócesis se une también a este movimiento, de momento con una iniciativa humilde, pero poderosa, porque la oración debe ser siempre la primera acción de todo cristiano: oración de alabanza, oración de acción de gracias, oración de petición de perdón. Poco a poco iremos poniendo en marcha nuevas iniciativas que nos ayuden a cuidar de la casa común, como nos pide la Iglesia.

 

José Ramón Amor Pan
Delegado Episcopal para el Servicio del Desarrollo Humano Integral