Cesáreo Canabal: «Me voy plenamente satisfecho»

El párroco se despedirá en septiembre de la que fue su casa durante 38 años

Dedicar tu vida a lo que te apasiona, a lo que realmente te llena, a muchos les puede parecer una utopía, pero todo tiene su excepción. Cesáreo Canabal lleva casi toda su existencia haciéndolo, ligado a la Iglesia, aunque a finales de septiembre escribirá un punto final en esa etapa. Ribeira ocupó el escenario principal durante 38 años en su labor como sacerdote y él solo tiene palabras de agradecimiento para la ciudad y su gente. «Me voy plenamente satisfecho de realizar mi vocación, con mis virtudes y mis limitaciones, que son muchas», comenta el cura al recordar su paso por la parroquia de Santa Uxía.

 Durante estos años, fue testigo del crecimiento de la localidad, tanto a nivel económico como poblacional. «La comunidad es hoy muy plural. Convivimos con muchas personas de diferentes credos, y con un cura que intentó ser abierto y estar al servicio de todos», explica Canabal. Sentimentalmente hablando, «hay unos lazos de amistad muy profundos, que no se romperán aunque físicamente me ausente del pueblo», cuenta el párroco. Y es que después de pasar casi cuatro décadas años en él «mi corazón se va a quedar aquí porque la gente me ha tratado con mucha familiaridad», dice.

El tiempo pasa, los niños crecen y los adultos envejecen. El rostro del sacerdote da muestra de los años, culpables de que haya llegado el momento de que se retire: «Los principales motivos de mi marcha son mi edad avanzada y mis limitaciones visuales, que me impiden estar al 100 %». Tomar esta decisión, continúa, fue «muy duro. Me cuesta dejar la parroquia por el cariño y la amistad que tengo con muchas personas, familias, catequistas, voluntarios de Cáritas… pero los años mandan».

Pasado y futuro

Con tan solo 9 años, Cesáreo Canabal iniciaba su periplo en el mundo eclesiástico. Terminó de formarse con 23 y después puso rumbo a Marín, donde empezó a ejercer. «Allí nací como cura. Fui para Marín como coadjutor y me tuve que iniciar en el lenguaje marinero, que de aquella desconocía», recuerda el párroco. Su siguiente parada fue en el concello de Miño, y 23 años después llegó a Ribeira, allá por 1979. Ahora, el sacerdote seguirá su viaje en Santiago de Compostela. Allí tiene pensado reunirse con algunos de sus sobrinos.

Falta poco más de un mes para empezar esa nueva etapa, pero ya sabe cómo va a invertir su tiempo: «Me dedicaré a rezar, descansar, leer y convivir también con la familia», apunta Canabal, aunque tampoco cierra las puertas a ayudar cuando soliciten su servicio como sacerdote.

Algunos de sus feligreses, indica, «me manifestaron su pesar, pero ya les dije que en algunas ocasiones pasaré por aquí. Supongo también que otros se sentirán felices porque les he herido, molestado o enfadado por mi carácter, y por eso les pido perdón». Desde que llegó a la parroquia, procuró cumplir su ideal sacerdotal. «Intenté compartir gozos, alegrías, dolores y tristezas de todo el que lo necesitaba», cuenta. En su dilatada vida dedicado a la Iglesia, llegó a conocer al papa Pablo VI, con el que tuvo tres audiencias, una de ellas durante un viaje realizado con vecinos de la parroquia.

En su tiempo libre, a don Cesáreo siempre le gustó recorrer la comarca para conocerla más de cerca. Hay dos lugares que le llamaron especialmente la atención: la Curota y San Alberto. «Tenemos sitios que no contemplamos», afirma. De todo lo vivido durante estos casi 40 años, se queda con «la generosidad de la gente. Gracias a ellos se pudieron hacer muchas cosas para la comunidad», como Cáritas o el museo parroquial.

Falta por añadir una palabra que representa el sentir de Canabal por Ribeira: «Gracias».

Viajes. Compartió con vecinos de la parroquia visitas al monasterio de Oseira, la Virxe da Barca, el santuario de Lourdes o la Virgen de Fátima.

Misionero. A pesar de estar satisfecho con lo realizado durante su vida, le quedó una cosa por cumplir, dice, ayudar como misionero.

Fuente: Carmen Fernández | La Voz de Galicia
Foto: Marcos Creo