Día Mundial de la Pesca

Oración para el Día Mundial de la Pesca[1]

(21 de noviembre de 2018)

Oh Dios, Padre y Señor del universo,

te alabamos y te bendecimos por haber creado al hombre y a la mujer, llamándolos a colaborar en la obra de la creación mediante el trabajo. En este Día Mundial de la Pesca, te pedimos humildemente que bendigas y protejas a todos los que se ocupan de la producción, del procesamiento, de la distribución y del comercio de lo que se ha pescado, contribuyendo a la seguridad alimentaria, al crecimiento económico y a la reducción de la pobreza. Te imploramos con confianza de hijos: que cesen los abusos físicos y verbales, la explotación indiscriminada de los pescadores, que incluye numerosos casos de trabajo forzado, el tráfico de seres humanos y la desaparición en el mar. Líbranos de estos males que contaminan la belleza de la vida, del mar y del trabajo, tus preciosos dones que debemos custodiar con ternura.

Oh nuestro Señor Jesucristo,

Tú exhortas a tu Iglesia a escuchar el grito de dolor de los pescadores, que ven cómo se pisotean sus derechos humanos y sus libertades fundamentales, y a proclamar con audacia profética la necesidad de que sean respetados y observados. Con el corazón en la mano te pedimos que ilumines las mentes de los gobernantes de todo el mundo, para que ratifiquen los instrumentos internacionales adoptados y aprobados por los países miembros de los organismos especializados de las Naciones Unidas, para poder cambiar radicalmente la vida de los que trabajan en la pesca, de sus familias y el estado ambiental de los recursos pesqueros. Tú, que mediante tu pasión, muerte y resurrección, nos has liberado de la esclavitud del pecado y de la muerte, haz que ningún individuo permanezca en estado de esclavitud o servidumbre. Que cada persona tenga derecho a trabajar, a la libre elección de un empleo, a condiciones de trabajo justas y favorables, y a la protección contra el desempleo. Que toda persona, sin discriminación, tenga derecho a igualdad de retribución para un mismo trabajo, a una remuneración justa y satisfactoria que le garantice a ella y a su familia una existencia en conformidad con la dignidad humana e integrada, si es necesario, por otros instrumentos de protección social. Que toda persona tenga derecho a fundar sindicatos y afiliarse a ellos para la defensa de sus intereses. Que estos derechos humanos fundamentales de los pescadores estén siempre salvaguardados. ¡Por todo esto te pedimos, Señor!

Espíritu Santo, que aleteas sobre las aguas del mar,

convierte la mente y el corazón de esa pequeña parte de la industria pesquera que sigue siendo despiadada y antepone el beneficio económico a las personas. Recuérdales que la persona viene antes del beneficio y que el trabajo le da dignidad al hombre.

Oh Bendita Virgen María, Estrella de los Mares,

ayúdanos a trabajar juntos para detener el tráfico de seres humanos y el trabajo forzado en el mar, a mejorar las condiciones laborales y de seguridad, y a combatir la pesca ilegal, no declarada y no reglamentada, creando un sector pesquero sostenible desde el punto de vista social, ambiental y comercial.

Padre, mediante tu Hijo Jesucristo, que gobierna el barco de Pedro, y con la ayuda del Espíritu Santo, nos conduces entre dificultades y travesías al Puerto celestial. A ti la alabanza, la gloria y el honor hoy y en la eternidad. Amén. ¡Aleluya!

 

[1] Inspirado en el Mensaje del Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral