Desde 1780 los diccionarios recogen el significado del adjetivo “chusco”: gracia, donaire, picardía. Pero también existe un uso común de esta palabra con la acepción de extravagante, tosco, hortera… Como sustantivo, designa el pedazo de pan repartido como ración a los soldados. Podría decirse que muchas de las noticias sobre la Iglesia poseen este carácter de “chusquedad”, de extravagancia, de ocurrencia, de “currusco”…
“La manifestación encabezada por el párroco llegó a la plaza mayor”. “Bajada en rápel por la torre de una iglesia del siglo XVI”. “Plaga de insectos en el salón parroquial”… Curiosos titulares, chismes y rumores en las redes sociales referidos al rigor moral, finanzas o abusos. Que los errores de la Iglesia se combatan y se corrijan. Pero que lo “estrambótico” no oculte su verdadera tarea, la auténtica, la de continuar la misión de Jesús.
Por eso el Domund nos acerca a la realidad eclesial más descarnada.
La que supone: anuncio del Evangelio y promoción humana; desarrollo espiritual y material; servicio al prójimo sin cuchicheos; compromiso sin ruido. A los misioneros, sencillos, corajudos y entregados, se les envía al infierno de los pobres que abandonarán su condición de números, tornándose en personas. Son hornos donde se cuece el pan de Dios para los corazones.
Manuel Á. Blanco