La victoria de Alcaraz en Rolan Garros contrarió a los franceses y, en el país de la tortilla sin patata, decidieron poner a los españoles el mote de “ratas de tierra”, tal vez temiendo la amenaza de una nueva hegemonía después de la ejercida por Rafa Nadal. Por cuestiones napoleónicas aún no cicatrizadas, a españoles y franceses aún les cuesta mezclarse sin prejuicios. El oro europeo de Jordan Díaz, muestra que Cuba y España fusionan mejor.
Los automóviles híbridos triunfan en la época actual. Combinan la gasolina y la electricidad apuntando a un futuro más limpio. Las propias contradicciones interiores del ser humano son más difíciles de integrar. Por ejemplo: las muertes de Asunta Basterra o Gabirel Cruz, relacionadas con el entorno familiar, constituyeron un profundo trauma social. Las teleseries sobre estos casos abren el debate: ¿es legítimo mezclar negocios y dolor?
La hibridación en los tiempos presentes nos lleva a otra cuestión. El misionero lucense Jesús Rodríguez Iglesias trabajó en zonas pobres de Chile durante más de 40 años. Humilde pero profundo, se sentía muy agradecido por haber podido realizar su ideal de juventud, entregándose a Dios y a los necesitados. Reconocía que otras personas no logran aterrizar sus sueños en la realidad del momento. O eso piensan. O Dios no ha dejado de soñar.
Manuel Á. Blanco