? Diario de un peregrino: ir tirando

Querido diario: “Hola, ¿Qué tal?” “¿Cómo estás?” Este saludo habitual encierra preguntas incómodas. Obligan a pensar, a hacer balance. Un compromiso que tendemos a eludir. En Navarra, expertos en frontón, saludan dando ya la respuesta: “Bien, ¿y tú?”. ¡Ala! ¡Remate usted! Para evitar mojarse y madurar hay quien responde bromeando: “meu pai comprou unha escopeta e imos tirando”…  Dicen que no se debe vivir “triando”. Ni en la economía ni en la vida, ni en el alma. Sería como estar muertos. Los males crecerían, adueñándose de todo. Y traerían el hambre.

Las protestas laborales de estos días muestran las “orejas del lobo”. Pensábamos que el hambre o la necesidad no llegarían nunca a la puerta de casa. Pero ha sucedido. El campo, lugar de procedencia de la mayor parte de los gallegos, está exhausto. La pesca, otro tanto. El transporte, colapsado… Cuando sólo puedes soñar con criar a tus hijos siendo funcionario, algo falla.

Nos consolamos pensando que en los países ricos, hambre, lo que se dice hambre, no vamos a pasar: con Cáritas, Bancos de Alimentos o ayudas sociales, podemos estar tranquilos. Pero sabemos que no es plan el “ir tirando”. La gente desea trabajar. Lo necesita. Por el salario, sí, pero también para realizarse y construir el Reino, desarrollándolo, con oportunidad de servir a los demás y entusiasmar a Dios.

“Voy tirando”, en Galicia, también significa “resisto”. Eso lo comparto. Pero si equivale a “mínimo esfuerzo”, a “a ver si hay suerte” o “vivir al día sin horizonte”, el peligro acecha. Se necesita conversión.

Manuel Á. Blanco