El mes de mayo remite a la Madre por excelencia, modelo y meta del resto de “mamás”; modelo y meta de la Iglesia. En esta tierra, el amor humano puede malograrse. Pero, aún así, una madre no se rinde y, si ha de “arrancar” de casa para encontrar un poco de paz, suele llevar a los hijos tras de sí, porque ellos mismos prefieren esa compañía. No por desprecio hacia su padre sino porque saben que mamá alberga tesón y recursos para todo.
Una madre puede también equivocarse en su afán de “clueca” eterna, sobreprotegiendo, incubando, recortando las alas demasiado, reduciendo las oportunidades de volar. Pero si se mantiene humilde, buscará el consejo y el auxilio de quien sea; implorará, suplicará, insistirá… Cuántas veces la mamá observa el mal camino de un hijo y ve que no funcionan sus consejos. Sufre. Pero sigue observando. Tal vez reza. Pero no se rinde, esperando a la puerta.
Las madres tienen una faceta muy especial que es la de “acudidoras”. Son los S.W.A.T. (Special Weapons And Tactics, unidades especializadas en intervenciones peligrosas). Llama la atención en los parques de juegos, en las Misas de Catequesis, en las actividades extraescolares… ver funcionar a las buenas madres: a una distancia prudencial, sin ahogar el crecimiento; como en el segundo plano de un banquillo. Con el Amor siempre dispuesto.
Manuel Á. Blanco