Diario de un peregrino: sólo Dios puede juzgarme

Todo lo que no guste a ciertas personas se ha convertido en incorrecto. Puede ser, incluso, constitutivo de delito. Antes, el criterio era la búsqueda de la Verdad. Ahora, diga el sujeto lo que diga, puede haber lío. ¡Da miedo equivocarse! Antiguamente se escuchaba: “no seas xudío”. Tal vez se trate de reminiscencias sobre la expulsión peninsular de los sefardíes; de tristes emulaciones nazis o, incluso, de resquemores por la Crucifixión de Cristo.

Pero esa frase, en el contexto actual, pudiera convertirse en un alegato propalestino o en una ofensa a la dignidad del venerable pueblo de Israel. Tampoco está bien visto rezar por España, hasta que se defina bien según la pluralidad de sus territorios… (como dice un sabio profesor, según petición de los que no rezan…). Quien afirme: “el portero ucraniano del Real Madrid ha jugado bien”, se arriesga a ser encasillado: o fan del Barça o antiruso…

Entre tanta confusión alguien razonó: “el futuro apunta muy negro”, pero con ello, puede que Mufasa Wangari y su hermana Murugui, kenianos recién afincados en Galicia, no se sientan cómodos en la maratón de Vigo. Una señora de la calle que recoge cartones en Ourense trató de buscar una expresión equivalente: “perra vida nos espera”, aunque nadie la sacó de su indigencia y se la jugó por maltrato animal verbal. El juicio de Dios es mejor.

Manuel Á. Blanco