? Diario de un peregrino: Terranova

Querido diario: a veces me pregunto si el Camino de Santiago es seguro. No voy por aire ni por mar, sino por “onde pisa o boi” y eso tiene sus ventajas. Recuerdo lo que se contaba de los bacaladeros que salían de Galicia hacia las aguas de Terranova y Groenlandia durante las décadas de los 50, 60 y 70. Aquellos marineros se convirtieron en leyenda, faenando entre peligros inimaginables. La gente rumoreaba que eran “demasiado” profesionales porque las capturas comenzaron a escasear.

Hoy, vestidos de luto, recordamos con una punzada en el corazón a los que el mar se ha tragado. Acompañamos a sus familias desde una Iglesia que empezó con pescadores. Apenas sale una oración. Una mirada, tal vez, hacia la Virgen del Carmen, la Madre de todos. Dicen que Santa María, cuando nadie la ve, abraza Galicia desde el cabo de Ortegal, porque está en Cariño: con un brazo abarca la costa atlántica y con el otro el litoral cantábrico.

24 personas a bordo del Villa de Pitanxo. 12 desaparecidos. Nueve cuerpos rescatados. Una “trinidad” superviviente. Casi nadie se acordó estos días de que el pescado es caro. Ni de los cruceros de placer para disfrutar a toda costa. La inmensa mayoría de la población faena en las aguas turbulentas de su vida hacia una costa definitiva, hacia una Terra Nova; a base de mucho trabajo, sudor y lágrimas; con grandes sacrificios e incertidumbres. Tal vez por eso empatizamos más con la tragedia y todos nos sentimos algo víctimas.

Estos días no son para metáforas, aunque aparecen. Los frágiles seres humanos nunca lo podremos controlar todo. Aunque en el corazón siempre llevaremos la esperanza del Puerto que se encuentra más allá de la mar brava.

Manuel Á. Blanco