Escuchando la entrevista al seleccionador nacional Luis de la Fuente en Cope, puede percibirse en él un temple muy particular. Una de esas personalidades fuertes. Mahatma Gandhi no jugaba al fútbol pero su “mente despejada” recuerda a la del español. Tal vez también su resolución firme y su osadía. Curioso: las felicitaciones que recibe no se reducen a los éxitos del balompié sino que la gente le agradece por la calle su testimonio de fe.
“Este es el título más importante de mi vida porque antes que atleta soy cristiano”. Así se despachaba el tenista Novak Djokovic, ortodoxo serbio, tras ganar el oro en los Juegos Olímpicos. Se persigna, se arrodilla… Otro caso: el de la atleta alemana nacida en Nigeria, la evangélica Yemisi Ogunleye. Oro en lanzamiento de peso. Se “marcó” un precioso “Gospel” en la rueda de prensa dando gracias a Dios por la victoria. Se la vio rezar.
Volvamos a Serbia: el judoka Nemanja Majdov, ortodoxo; sancionado por “mostrar un signo religioso”. Santiguarse es peligroso; llevar una cruz en la solapa, también. “El Señor me lo ha dado todo (…) Él es el número 1 para mí”, dice Majdov encajando el “golpe”. En general, a los cristianos les cuesta hacer eso: reconocer, arrostrar, testimoniar… Toleran, no imponen. Orgullosos de quien les da el don. Firmes para amar y ser amados. Gustan.
Manuel Á. Blanco