El arzobispo de Compostela y su auxiliar, en el funeral por el obispo de Zamora, monseñor Gregorio Martínez Sacristán

El arzobispo de Santiago, monseñor Julián Barrio, así como su obispo auxiliar, monseñor Jesús Fernández, participaron en el funeral celebrado en la catedral de Zamora por su obispo fallecido la semana pasada, monseñor Gregorio Martínez Sacristán. En declaraciones a “La Opinión-El Correo de Zamora”, monseñor Barrio dijo que ante el fallecimiento del obispo zamorano «nuestra actitud tiene que ser de un profundo agradecimiento por todo lo que él ha hecho en esta diócesis para él muy querida dentro del proceso de enfermedad que ha pasado». Monseñor Barrio enfatizó que «fue un buen pastor preocupado siempre todas las situaciones de la diócesis y, sobre todo, por las personas, lo que tiene que valorarse muy positivamente».

En la homilía de su funeral, el arzobispo de Valladolid y presidente de la Conferencia Episcopal Española, el cardenal Ricardo Blázquez, aseguró que “a don Gregorio le ha marcado profundamente la cruz de la enfermedad. Padeció largo tiempo insuficiencia renal y diálisis, luego tuvo que abordar el trasplante. Padeció la operación y la recuperación fue transcurriendo entre esperanzas y la lentitud y cuando parecía que había alcanzado una fase de vivir saludablemente llega un diagnóstico abrumador cáncer agresivo y con paso acelerado.

El presidente de la Conferencia Episcopal también mencionó que «ha llevado las llagas de Jesús en su cuerpo». «Qué duro es querer servir a las personas confiadas a su ministerio y verse limitado e impedido para poder hacer lo que desee y lo que otras personas le solicitan», pero «siempre es posible la esperanza también en el umbral de la muerte porque el misterio de la muerte y resurrección de Jesucristo se actualiza», aseveró.

Blázquez aludió a que el prelado era originario de la diócesis de Madrid, a cuyo presbiterio perteneció desde 1971, y recordó que en la catedral de Zamora recibió la ordenación episcopal el 4 de febrero de 2007. «La catequesis fue el campo apostólico más cultivado y al que dedicó don Gregorio mayor atención pastoral, tras estudiar catequética en el Instituto Católico de París y fue maestro de muchos catequistas». Pidió, además, por la diócesis de Zamora, «diócesis hermana de la Valladolid en la comunión católica y por pertenecer a la misma provincia eclesiástica» para que «en medio de la oscuridad el Señor conceda la gracia de ser como lámparas encendidas» y deseó que «pronto recibáis un nuevo obispo que como buen pastor aliente y abra caminos y se preocupe de que nadie se pierda y quede rezagado».

Con información publicada en “La Opinión-El Correo de Zamora”, por Carlos Gil y Natalia Sánchez