El arzobispo presidió la Eucaristía de la Virgen de la Medalla Milagrosa

El arzobispo, monseñor Julián Barrio, presidió este miércoles la Eucaristía que puso término a la novena de la Virgen de la Medalla Milagrosa, ceremonia que tuvo lugar en la compostelana Iglesia de Santa María Salomé. Con el templo lleno de fieles, el arzobispo agradeció el trabajo de los miembros de la Asociación de la Medalla Milagrosa y recordó el origen de esta devoción, que dijo formaba parte de la religiosidad popular.

En su homilía, monseñor Barrio aseguró que la Virgen María sigue siendo un faro para iluminar la vida de los creyentes y un ejemplo de entrega a la voluntad de Dios. En alusión a la lectura del Evangelio en el que se narraba el primer signo de Jesús en las bodas de Caná, el arzobispo dijo que la actitud de María fue la de manifestar la centralidad de su Hijo: “haced lo que Él os diga”. Don Julián señaló que la Madre del Redentor es también un ejemplo de fe y de cercanía a los demás, a los más necesitados. Ella, comentó el arzobispo, “no se ensimismó” sino que, como demuestra su viaje para acompañar a su prima Isabel, salió de sí misma en misión de servicio.

Tras recordar las gracias, “milagros cotidianos”, que se nos conceden por mediación de la Virgen, don Julián indicó que esa solicitud de María por los necesitados también ha de ser la nuestra, ya que es en su atención donde encontramos a Dios. “Sin Dios somos demasiado pobres para atender a los pobres”, comentó.

Al final de la Misa se rezó la novena a la Virgen de la Medalla Milagrosa.