El Camino y la limpieza (II)

Hay tantos caminos como personas inician la Ruta Jacobea. En lo que va de Año Santo se han presentado variedad de libros centrados en el Camino, historia, milagros… Pero la principal lectura sigue siendo la propia vida y cómo “caminarla”. Así lo ha visto el sacerdote tejano Steve Rindhal que, tras hacer el camino de Santiago y experimentar personalmente los beneficios sanadores de su recorrido, le interpeló para crear una asociación con la que ayudar a otros: “Warriors on the way”.

Cada caminante conoce qué debe limpiar en su propio camino y “Dios escribe derecho con renglones torcidos”, dice un refrán. El Camino nunca es igual para todos; que se lo digan a aquel peregrino desesperado con las indicaciones galaicas a la pregunta del “¿cuánto falta…?” Le sucedía con demasiada frecuencia que, al pedir referentes de tiempo, no era raro el día que quien respondía le daba unas distancias y tiempos marcadamente más largos que el que le había atendido previamente. Y acabó por disfrutar y preguntar a cada persona con la que se topaba solo por el deseo de disfrutar la respuesta.

Lo bueno del camino de la vida, a diferencia de otros, es que siempre tiene un destino, y ese destino a veces se recorre en un segundo. A veces llega tras muchos sufrimientos, pero siempre hay que llegar limpio y esa limpieza es la que la Iglesia nos ofrece en sus sacramentos. Detenerse, como hicieron estos combatientes, pernoctar una noche o pararse en la vida pero… saber llegar al destino limpio….Hay muchos caminos; en todos se mancha uno y en todos hay fuentes de agua para limpiarse. Pero sólo hay un sólo destino. En él Santiago nos precede.

MAJOLU