El otro claustro: San Pelayo. El ambiente vital

La divina Escritura, hermanos, nos dice a gritos: «Todo el que se ensalza será humillado y el que se humilla será ensalzado». […] Por tanto, hermanos, si es que deseamos ascender velozmente a la cumbre de la más alta humildad y queremos llegar a la exaltación celestial a la que se sube a través de la humildad en la vida presente, hemos de levantar con los escalones de nuestras obras aquella misma escala que se le apareció en sueños a Jacob, sobre la cual contempló a los ángeles que bajaban y subían. Indudablemente, a nuestro entender, no significa otra cosa ese bajar y subir sino que por la altivez se baja y por la humildad se sube. La escala erigida representa nuestra vida en este mundo. Pues, cuando el corazón se abaja, el Señor lo levanta hasta el cielo. Los dos largueros de esta escala son nuestro cuerpo y nuestra alma, en los cuales la vocación divina ha hecho encajar los diversos peldaños de la humildad y de la observancia para subir por ellos. [….] Cuando el monje haya remontado todos estos grados de humildad, llegará pronto a ese grado de «amor a Dios que, por ser perfecto, echa fuera todo temor»; gracias al cual, cuanto cumplía antes no sin recelo, ahora comenzará a realizarlo sin esfuerzo, como instintivamente y por costumbre; no ya por temor al infierno, sino por amor a Cristo, por cierta santa connaturaleza y por la satisfacción que las virtudes producen por sí mismas. Y el Señor se complacerá en manifestar todo esto por el Espíritu Santo en su obrero, purificado ya de sus vicios y pecados.

(REGLA de san BENITO capítulo VII: Sobre la humildad, 1. 5-9. 67-70)

El ambiente vital.

Todo el día es momento de obediencia, de entrega, de ejercitar la caridad fraterna, de acoger y de dejarnos acoger. La humildad es un camino hacia la plenitud del amor, camino de asimilación de los mismos sentimientos de Cristo. Se trata de vivir su Misterio Pascual.

“No anteponer nada al Amor de Cristo” (RB 4, 21) Absolutismo por Cristo: por Él dejamos cuanto no conduce al Amor y por Él arriesgamos lo que haga falta para atraer a Él. Escucha atenta, acompañamiento, maternidad/paternidad espiritual… pero no buscado sino encontrado como un servicio, descalzas, temblando… porque cada persona es un sagrario.

¿Cómo es vuestra escucha? La chispa del amor de Dios está en cada hermano, somos hijos e hijas de Dios…